Adriana Bustos, Claudia del Río y Mónica Millán pueblan con sus imágenes de mundo, frases y objetos el subsuelo del Museo de Arte Moderno de Buenos Aires, que alberga 130 obras en la muestra “Paisaje Peregrino”, disponible hasta el 27 de marzo, donde palpitan territorios en disputa, peregrinajes y búsquedas desde cada una de las poéticas puestas en diálogo.
La última exhibición que se inaugura este año visita varios ejes donde el paisaje funciona como un centro descentrado, propuesto por la espacialidad de la muestra desde su ingreso en la sala vecina a la biblioteca. En ella se reúnen obras realizadas para la exposición y otras de los últimos 30 años de las tres artistas, con préstamos de colecciones como la de Bruzzone, cerrando un proyecto de casi tres años de trabajo, demorado por la pandemia.
Es así que dibujos, pinturas, textiles, collages, pancartas, pequeñas esculturas y videos se despliegan desde un centro hacia amplios espacios abiertos que recorren visiones fantásticas, históricas y naturales en el trabajo curado por Carla Barbero con asistencia de la artista Ángeles Ascúa.
“El aporte de tres grandes artistas que hacen obra motivadas por temas no tan centrales como Buenos Aires, incorpora una noción de lo local que intentamos que se evidencie en la muestra: como feministas, con herencias coloniales y también con mucha relación con los saberes compartidos en esta idea de aula, asamblea, de espacio de reunión”, define Barbero.
Y si bien las prácticas son diferentes, algunas arraigadas “en la pedagogía experimental, otras vinculadas a la experiencia con trabajos de campo con disciplinas no artísticas, en esa interdisciplinariedad empiezan a jugar muchos de los ejes de cada uno de sus paradigmas”, describe.
Es así que confluyen el pensamiento “más vegetal y natural de Millán” (San Ignacio, Misiones, 1960), “el de la tensión histórica de Bustos” (Bahía Blanca, 1965) y “el de la fantasía y el juego de del Río” del Río (Rosario, 1957).
Sus trabajos “aportan a las discusiones sobre qué cuerpos son nombrados, representados en el territorio que va desde cuerpos femeninos racializados hasta las discusiones de la Tierra como cuerpo y la soberanía alimentaria”, señala.
Pero también hoy “una dimensión sobre lo místico y su relación con las herencias fundamental dentro de esta reescritura de la imaginación de lo local -agrega-. Es una exposición que invita a reflexionar sobre estas ideas sin clausurar ninguna”.
Un textil de Millán que inaugura un posible recorrido por el sector “Reimaginar el territorio” tiene por frase “Soy un pájaro muy salvaje y me gusta la libertad”. La artista criada con las resonancias de las imágenes de los cuentos de Horacio Quiroga dice que en sus obras “se puede ver cómo se conforma una selva. Trabajo con capas, como si fuese una escenografía, todo se suma. Algo muy barroco”.
Una frase de del Río clama sobre la pared: “El arte es artesanía desesperada”. Dice la rosarina que su trabajo “es casi un trayecto de movimiento, uso materiales como latas de Coca-Cola, grafito, un ladrillo, una foto que van apareciendo de acuerdo al contexto, situaciones que le van dando sentido a eso. Pero soy una fanática de lo artesanal mezclado con lo conceptual”.
Otra frase suya es “Viva el anacronismo”, porque sospecha de lo contemporáneo: “lo contemporáneo es una circunstancia, en realidad me gusta el fuera de tiempo, más que nada”, afirma quien trabaja con la historia del arte y “escribe mucho” por su labor docente.
“La práctica artística se complementa con la educación, la pedagogía, la escritura, son vasos comunicantes” asegura la autora de los 100 dibujos que se exponen a partir de los maíces, “una obra chica pero en cantidad”, describe, que retoman historias, mitos y que, su entender, son “poesía”.
“Voy haciendo alteraciones que son de índole de la propia geometría, porque a geometría tranquiliza, ordena el caos. El arte viene a ordenar el caos y la geometría es una estructura que frente a la violencia y al caos, tranquiliza”, insiste.
Bustos se siente identificada en el diálogo con las obras de las otras artistas a las que admira profundamente y son amigas muy queridas. Tal es así que con Millán comparten el proyecto “Plantío Rafael Barret” que comenzaron en 2015 y está explicado en una sala del Centro Cultural Kirchner actualmente.
“Me sorprendió como Carla con mucha sensibilidad y profundidad nos encontró en estos tres cruces que tienen que ver con el paisaje, lo social y lo místico. Es una muestra que te devuelve información sobre uno” y esto “abre otras posibilidades, sentidos”, relata.
Bustos considera que su “obra está anclada en la búsqueda de vacíos en el relato histórico, lugares de ensoñación, silenciados y de quimeras. Voy en busca de esas grietas y uso imágenes de archivo (como método)”, para “desarticular ese relato y reorganizarlo de manera que cuente otra historia”.
“Crear nuevos patrones, desarticular los que ya están, romperlos y buscar otras nuevas vinculaciones entre un evento y otro”, afirma, como un zurcido
Durante la pandemia se conectó con la arcilla y modeló su serie “Seres mixtos” por una necesidad física ante tanta virtualidad, “una especie de juego infantil” que adquirió “otras capas de sentido que tienen que ver con la colonia”, dice.
Son pequeñas esculturas inspiradas en los dibujos de cronistas del siglo XVI en América, seres “que existían por su ausencia”, define sobre relatos orales volcados en esas crónicas de “un mundo amenazante por desconocido, un choque cultural que se desplaza a los indígenas y que justificó el exterminio y la explotación”.
Además de los Imago Mundi que le son característicos, en la pintura “Mapa de la reencarnación” sigue su representación cartográfica con reminiscencias a los diagramas del monje franciscano Athanasius Kircher (1602-1680) y su concepción de la tierra como organismo vivo.
En su nuevo proyecto, Bustos investiga la obra de Kircher y lo que la anima es “ese mundo barroco y casi virgen comparado con este mundo actual enfermo que tenemos, efecto del extractivismo. Estoy haciendo un contrapunto. Es el inicio de otro proyecto”, refiere.
Al referirse a su trabajo, Millán destaca que la “apasiona la rutina”, algo que deviene de su experiencia budista -con la que regresó al bordado- y que trasladó a su práctica con la respiración como centro.
“Me signa haber nacido en un pueblo muy pequeño con una naturaleza desbordante. El primer artista que conocí fue Horacio Quiroga, amigo de mis abuelos, conocí su casa, a su mujer -a él a través de sus escritos- esos cuentos no me resultaban lejanos, eran . lo que yo veía y vivía. Entonces -describe-, construyo mis trabajos como mi experiencia de transitar la selva, la he transitado de todas las formas”.
En la muestra exhibe seis pinturas de “El viaje por el río”, su primer proyecto, de los años 90 cuando pintaba y comenzó a investigar los mitos en torno a las vírgenes que empezaron a aparecer cerca de Posadas.
“En un pueblito cerca de Encarnación había aparecido una virgen”, cuenta, algo que le llamó la atención y la llevó a visitar el lugar. “Pensé que iba a retratar primero a esos creyentes, pero cuando me senté a trabajar hice algo completamente diferente, estaba imbuida en ese misticismo. Todo artista tiene una cuestión muy religiosa acerca de su trabajo, creas rituales. Para mí el taller es absolutamente sagrado”, reflexiona.
“En todos mis trabajos hay una oscilación entre una geometría y lo orgánico, la naturaleza”, dice y lo relaciona con su exposición actual en la galería Piedras que “es toda una geometría blanda, telas que teñí y bordé”.
La exhibición descubren tensiones críticas en torno a la violencia sobre los cuerpos, soberanías y el cultivo de la tierra, el consumo cultural desde lo social con piezas como el libro bordado donde del Río denuncia la violencia de género extractado páginas de periódicos de principios de 2000, o las del proyecto que comparten Bustos y Millán con recursos de collage y pancartas entre otros, que exponen desigualdades que permanecen.
La muestra podrá visitarse hasta el 27 de marzo en avenida San Juan 350 de la Ciudad de Buenos Aires, los lunes, miércoles, jueves y viernes de 11 a 19, sábados, domingos y feriados hasta las 20, con reserva previa en www.museomoderno.org
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