Bajo el título “Deseo, realidad y escritura”, conversaron en el marco de la Feria de editores (FED) el autor y psicoanalista Luis Gusmán y la escritora Paula Puebla sobre la escritura de hoy y la de los años 70 y 80, tomando como punto de partida la narrativa del autor de “El frasquito” y “Villa” como la prosa representante de toda una generación y el deseo como motor de la creatividad.
Gusmán empieza a hablar y arroja algún chiste: busca romper el hielo, y Paula Puebla lo acompaña de un modo similar, muy relajada. El público demuestra ser fiel seguidor. En la sala de charlas de la FED, el autor de 78 años viste su clásico traje marrón y exhibe su novela más reciente, “Avellaneda profana” (Ampersand), tras una carrera que acumula más de 20 títulos publicados.
La conversación se desarrolló en modo entrevista de la escritora más joven al escritor consagrado. Con una mezcla de nostalgia y alegría, Gusmán se remontó a los años 70 y volvió más de una vez a la publicación de “El frasquito”, un clásico de culto en la literatura argentina.
“En ese momento no había tantas editoriales independientes. Yo intenté con ‘El frasquito’ durante tres años hasta que conseguí editarlo: en ese entonces lo leyeron (Oscar) Masotta, (Enrique) Pezzoni, (Josefina) Ludmer, y a todos le gustaba, pero yo no conseguía editor. Cuando me lo publicaron, con el prólogo de (Ricardo) Piglia, se agotó rápidamente. Por eso celebro que hoy tengamos esta cantidad de editoriales posibles”, contó el escritor.
Cuando el texto fue publicado, por su contenido revulsivo y experimental el autor fue acusado de homosexual y de guerrillero, pero jamás se hizo cargo. La conversación giró luego en el devenir del contexto político en aquellos años y los modos en que el deseo era el motor para construir una mirada cultural que iba tomando diferentes formas.
“Ese pulso pasaba por hacer revistas literarias, fue Literal en un momento, Conjetural en otro. El deseo estaba en intervenir en el campo cultural con ideas, y las revistas literarias son las que aportan gran valor”, explicó el autor, parte de una generación que reúne plumas como la de Osvaldo Lamborghini, Josefina Ludmer, Héctor Libertella y Manuel Puig.
Este sábado a la tarde los pasillos de la feria estallaban y la convocatoria era mucho más grande de lo que esperaban, incluso, dentro de la misma organización. Hace varios años que la FED crece de manera sostenida y se hace en espacios más grandes, pero en esta edición se siente el efecto de la pospandemia y la presencia de 280 sellos de gran convocatoria.
Ampersand y 17 grises fueron los anfitriones de esta charla entre Gusmán y Puebla, que compartieron sillón en el escenario y oscilaron entre el pasado y el presente, la literatura clásica y la contemporánea, la seriedad y el humor. El gran momento de risas fue cuando el escritor contó que muchas veces se olvida algunos detalles de sus libros.
¿Qué te pasa cuando te relées? le preguntó la autora de “Maldita tu eres”, “Una vida en presente” y la reciente “El cuerpo es quien recuerda”. “Tengo una amnesia un poco histérica respecto a lo que escribo, hoy por ejemplo tuve que volver a ‘Villa’ para recordar algunas cosas. Siempre hago relectura, muchas veces con Chita (Luis Chitarroni), y siempre vuelvo a esa frase de Borges que dice que el texto definitivo no corresponde sino a la religión o al cansancio”, relató Gusmán.
El escritor repasó algunos de sus títulos más reconocidos y reveló que para él siempre el texto por venir está conectado con el anterior. De cierto modo, el libro nuevo lucha para despegarse del que lo precede. Y en este punto, se refirió al clásico problema de la página en blanco. “Para mí, el problema no es la página en blanco, sino la página llena. Mi editora lo sabe. Mi problema es que escribo demasiado”.
Ante la pregunta de Puebla sobre los libros tersos, los libros suaves, que no lastiman ni abren ninguna herida, los que no atraviesan el cuerpo, Gusmán fue categórico: no los lee. “Igualmente no me pasa mucho eso porque siempre vuelvo a los libros que me conmueven. ‘Mientras agonizo’, de Faulkner, me conmueve cada vez que lo leo. Tengo una lista de 10 libros imprescindibles, que releo siempre”, confesó.
Consultado por los grandes desafíos que tuvo como escritor, el autor de “Hotel Edén” compartió que la tarea más difícil para él es crear personajes femeninos, y se refirió a la obra de Puig, “Pubis angelical”, como uno de los grandes ejemplos en este sentido.
Hacia el cierre, la pregunta que muchos esperaban: cómo convive el escritor con el psicoanalista. ¿Son dobles, son siameses, son gemelos, son mellizos? “No se me juntan. Tengo demasiada imaginación y hasta donde yo sé, nunca se me cruzaron. Nunca he tratado de usar el psicoanálisis en la literatura”, concluyó el autor entre los aplausos y agradecimientos de las personas que coparon la sala.
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