El coronel deja sonar el teléfono. Ya borracho, orgulloso, herido. Esos roñosos, dice. Esos roñosos no saben lo que yo hice por ella. Y no dice más. Se refugia en la memoria, en algo parecido al sueño. Coronel, coronel ¿Dónde? ¿Dónde, coronel? Pero el coronel se pierde en la bruma de la culpa, del alcohol, de la que solo parece volver para decir, simple, derrotado: Es mía. Esa mujer es mía.
El coronel es Carlos Moori-Koening, uno de los responsables del secuestro y desaparición del cadáver de Eva Perón. La conversación es con el periodista y escritor Rodolfo Walsh. Esa mujer es Eva Perón. La charla ocurrió en 1961, cuando no se sabía dónde estaba el cuerpo. Nada de esto se dice en un texto que renunciará a ser una crónica periodística para convertirse en “Esa mujer” (1966), uno de los mayores cuentos de la literatura argentina.
Desde su nacimiento en 1945, el peronismo incomodó a las elites, convirtiéndose en “un hecho maldito” (figura de fuerte valor narrativo) para un país que bullía pero se mantenía rígido en sus privilegios. También, acaso sin proponérselo, sacudiría a la literatura nacional, que se poblaría de “roñosos”, “monstruos”, “casas tomadas”, “cabecitas negras” y “niños proletarios”.
La dicotomía peronismo/antiperonismo se expresaría fuertemente en el campo cultural. “Alpargatas sí, libro no”. Si se estaba con los alpargatas se adhería a la justicia social. Si era con las libros, con los valores culturales de la oligarquía. Así se cantaba en las calles. Así se repetía en los círculos intelectuales hegemónicos para leer al nuevo movimiento en términos de la civilización o barbarie sarmientina.
Pero el peronismo no sólo no sería un contraventor de los libros sino que se convertiría en una tradición literaria alimentada por autores, novelas, cuentos y poesías que estimularían la producción de ficción y propondrían lecturas de lo político y lo nacional que, setenta y cinco años después y con distintas actualizaciones, mantienen todo su vigor.
Arde la ciudad
“ ‘Alpargatas sí, libros no’ fue dicho en el contexto de un conflicto gremial estudiantil. No es una expresión de Perón ni de Evita. De hecho, la relación del peronismo con la cultura es más que cercana. El peronismo trascendió la política para ser parte de la cultura argentina”, dice a Télam Juan Incardona, escritor y crítico cuya obra puede leerse como parte de la tradición literaria que nace con el peronismo.
Y recuerda que “tanto Perón como Evita escribieron libros” y que “hay muchos escritores importantes, como Leopoldo Marechal, Rodolfo Walsh, Leónidas y Osvaldo Lamborgini o Aurora Venturini, sólo por mencionar algunos, que eran peronistas, publicaron libros y que hoy mantienen su vigencia”.
El peronismo tiene un vínculo muy fuerte con la cultura desde sus comienzos. En los años 40 y 50 son varios los cantantes de tango, compositores y letristas, actrices y cineastas, incluso músicos, muy cercanos al peronismo. Lo mismo sucedió con el deporte. “Al peronismo puede pensárselo como un movimiento de la cultura nacional y no solo como una fuerza política”, agrega Incardona.
“Arturo Jauretche empieza a escribir sátiras en revistas, pero en ese momento los escritores en general eran antiperonistas y de mucho peso, como Borges, Bioy Casares, Sábato, Victoria Ocampo, Ezequiel Martínez Estrada, la revista Sur”, asegura a Télam la investigadora y doctora en Letras Natalí Incaminato, quien tiene una rica participación en las redes sociales a través de cuenta de Twitter @LaInca_.
“El peronismo fue motor de cierta producción literaria y a su vez la literatura propuso una tradición que generó un marco para pensar al peronismo en términos que este no había planteado”, explica.
Y pone como ejemplo a Borges, que “piensa al peronismo/antiperonismo desde la dicotomía civilización o barbarie propuesta por Sarmiento en el siglo XIX, algo que era propio de la literatura anterior a 1945”.
Se fuerza la máquina
La incorporación incial del peronismo y de los sectores sociales que este expresaba a la literatura se produjo a partir del rechazo a lo que era considerado una deformidad estética y política.
“Hubo un grupo de escritores muy importantes, a medios del siglo XX, que eran parte del canon nacional, que tenían posiciones aniperonistas y que produjeron obras con eso, como ‘La fiesta del monstruo’, escrito por Borges y Bioy Casares pero firmado como Bustos Domec; J.R. Wilcock, el primer Cortázar e incluso algunos relatos de Onetti y de David Viñas referidos a Eva Perón”, repasa Incardona.
Para el autor de “El campito”, hubo un grupo de textos importantes “que se volvieron parte de cierta literatura escolar y de estudio, que se inscribieron en una tradición anterior, de la literatura del siglo XIX, en lo que fue una operación artística interesante, y nos lleva a pensar cuándo comienzan las cosas”.
La literatura nacional se poblaría de “roñosos”, “monstruos”, “casas tomadas”, “cabecitas negras” y “niños proletarios”
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Esta operación, sin embargo, será problematizada por la propia literatura. “‘La fiesta del mostruo’ es una reescritura de ‘El matadero’, de Esteban Echeverría, y a su vez genera otros textos, algunos de ellos como respuesta, tal el caso de ‘El niño proletario’, de Osvaldo Lamborgini, del que se dice que es una suerte de ‘El matadero’ al revés”, explica Incardona.
Otro relato es “Casa tomada”, de Julio Cortázar, donde dos hermanos son progresivamente expulsados de su casa por intrusos a los que nunca se ve ni identifica. Juan José Sebreli mediante, el cuento fue interpretado como una metáfora del miedo ante la irrupción del peronismo, ese gran otro de la política argentina. “El relato de Cortázar va a encontrar una respuesta y una parodia en ‘Cabecita negra’, de Rafael Rozenmacher”, subraya Incardona.
De la parodia a la paranoia
Los primeros textos que representan al peronismo en la ficción combinan lo desmesurado y lo incomprensible. “Las grandes líneas de representación de ese mundo antagónico han sido tradicionalmente la paranoia o la parodia. El pánico y la burla”, escribió Ricardo Piglia para referirse a cuentos como “La fiesta del monstruo”, escrito por Borges y Bioy Casares en 1947.
Para el poeta y ensayista Rodolfo Edwards, autor de “Con el bombo y la palabra. El peronismo en las letras argentinas”, el texto firmado por Bustos Domecq es fundacional. Allí aparece el estereotipo de un “peronista”: feo, sucio y malo, que “se expresa en un lunfardo distorsionado donde las palabras se entrechocan entre sí, dejando sentidos incompletos, entre expresiones guturales que develan una personalidad intermedia entre el animal y el hombre”.
La trama se desarrolla durante el viaje de un grupo de trabajadores desde Tolosa hasta Plaza de Mayo para participar de un acto por el 1º de Mayo en el que va a hablar Juan Domingo Perón. Es decir, el monstruo. “En el camino comenten todo tipo de pillerías y desmanes. Y para ponerle el moño a ‘La fiesta del monstruo’, los esbirros de ‘El Monstruo’, asesinan a un estudiante judío: el formato estaba completo”, concluye Edwards.
“La literatura propuso una tradición literaria que generó un marco para pensar al peronismo”Natalí Incaminato
“Casa tomada”, de Julio Cortázar, también puede leerse según las coordenadas propuestas por Piglia. “Es un relato que funciona bien como relato paranoico, es un cuento fantástico-psicológico que habilita una atmósfera donde hay unos otros que ocupan una casa pero que nunca son vistos, y tienen una figura medio fantasmal, en la que sólo se escuchan sus ruidos y sonidos”, describe Incardona a Télam.
En tanto, Incaminato destaca que “la parodia, la burla, la hipérbole y lo maniqueo, que tiene que ver con la paranoico, la idea de un ellos y un nosotros muy fuerte, son tópicos bien literarios que han ganado el sentido común de muchos escritores antiperonistas”.
“Otro tópico muy importante -destaca- es el de la construcción del peronismo como una gran farsa. ‘La ilusión cómica’, también de Borges, define al peronismo como una gran farsa, algo muy circense. Y esto aparece de manera muy marcada en el sentido común antiperonista no literario, pero fue planteado por la literatura”.
Tercera vía
Las relecturas que se fueron haciendo del peronismo, fundamentalmente a partir de los años 60, también impactaron en el campo literario. Alejados del antiperonismo rabioso, escritores que no eran peronistas contribuyeron a enriquecer esa zona todavía novedosa de la ficción nacional.
“’Las dos muñecas’, de César Aira, es un texto que se ha leído como antiperonista, siguiendo la línea de Borges, pero creo que no es así, porque en la poética de Aira lo falso no es algo negativo. Toma la tradición de lo falso, de las duplicidades, del disfraz, pero para hacer algo diferente. Si bien Aira no es un escritor peronista tampoco le interesa demasiado plantear posiciones políticas con la literatura. Piensa la literatura como pura invención”, reseña Incaminato.
Y suma que “algo similar ocurre en los 70 con Copi, pero que ha sido repensado, ya que en él la farsa y el engaño no es algo necesariamente negativo”.
“Antes de la generación de Saer, Aira y Piglia, está la revista Contorno, con los Viñas y otras figuras de la izquierda que no tuvieron esa mirada tan condenatoria de los escritores reunidos en la revista Sur. Hay como una tercera vía de escritores que no tuvieron en su producción literaria una perspectiva tan condenatoria del peronismo”, completa la investigadora a Télam.
Un grito del corazón
En buena parte de su producción Juan Diego Incardona (Buenos Aires, 1971) recupara la tradición literaria nacida con el surgimiento del peronismo. La presencia del universo peronista en su ficción es notoria en la denominada “saga matancera”, compuesta por “Villa Celina” (2008), “El campito” (2009), “Rock barrial” (2010) y “Las estrellas federales” (2016).
“En la ‘saga “matancera’, que trancurren en lo que fue mi barrio, en el sudoeste de La Matanza, aparecen distintas temáticas de la cultura popular, de la que el peronismo no puede estar ausente, ya que en el barrio se vivía de una manera cotidiana, como el fútbol, la religiosidad popular o el mundo del trabajo”, segura Incardona, que además de su labor de escritor se desempeña como Director Provincial de Casas de la Provincia de Buenos Aires.
En el conurbano profundo la identidad lleva las marcas de la cultura peronista, y la escritura de Incardona da cuenta de ella, recuperándolas para la ficción. “La marcha peronista, en mi barrio, fue como una canción de cuna. Sonaba a cada rato, en alguna de las unidades básicas o en una peña o porque se cantaba al final de un vía crucis en la Parroquia Sagrado Corazón, donde había muchos curas tercermundistas”, relata el escritor a Télam.
Y agrega que “lo mismo ocurría con las consignas, las paredes, los grafitis o las fotos de Perón y Evita en las casas o en los clubes. Todo eso forma parte de mi experiencia vital y formó parte de mis libros de la saga matancera, que tienen una fuente autobiográfica”.
¿Existe una literatura peronista?
En el campo de batalla simbólica en el que los escritores antiperonistas fueron desplegando tramas y textos, pronto crecieron oponentes. A las inicales columnas satíricas de Arturo Jauretche, a la narrativa de Leopoldo Marechal o a la poesía de Homero Manzi y Enrique Santos Discépolo, fueron sumándose nuevas voces.
En la tradición de una “literatura peronista”, Incaminato sitúa tanto a Leopoldo Marechal, Alicia Eguren, los hermanos Lamborgini, Germán Rosenmacher y Rodolfo Walsh como a autores más contemporáneos, como Aurora Venturini y Juan Incardona, entre muchos otros. Y recuerda que “hay escritores que son peronistas pero que no hicieron del peronismo una materia de escritura”.
“El peronismo también es una tradición literaria”Juan Incardona
La ensayista añade que “la literatura fue marcando el pulso de las transformaciones del peronismo. Cuentos como ‘Cabecita negra’, de Germán Rozenmacher, que aparece en los ’60 cuando las jueventudes están repensando al peronismo, o lo que sucede hoy con la serie sobre Eva Perón basada en la novela ‘Santa Evita’, de Tomás Eloy Martínez. La relación entre la literatura el peronismo fue muy intensa y lo sigue siendo”.
Esa relación, ¿supone una literatura peronista? “Hay una tradición de autores peronistas y de obras donde el peronismo es tomado con afecto; mitologías y heroísmos, que se alejan de la parodia y paranoia que mencionaba Piglia”, detalla Incardona.
Aproximándose a una definición, completa: “Me gusta pensar a partir de la respuesta de Leonardo Favio cuando le preguntaron si hacía cine peronista. Dijo que no, que no hacía cine peronista sino que era un peronista que hacía cine”.
Peronismo y tradición
A favor o en contra. Virulentos o moderados. Literales o alegóricos. El peronismo como tema, pero fudamentalmente como motor de una zona de la producción literaria argentina está lejos de apagarse.
“Es probable que algunas características de la ficción antiperonista se mantengan. La parodia es parte de la literatura que ha trabajado con la política, siempre es tentador exacerbar las características de los personajes públicos e históricos. El peronismo, entre tantas cosas, también es una tradición literaria”, destaca Incaminato, autora de “Peronismo para la juventud” (Paidós,2021).
El peronismo sigue revitalizando la creación literaria a través “de los elementos de lo popular, de lo cultural, de las tensiones políticas”, suma Incaminato, para quien “cada vez que un texto habla de violencia política o desde los derechos aparece el peronismo por más que no se lo mencione directamente. También en fenómenos como la identificación, en cómo funcionan los ídolos populares. Eso conecta a Evita con Maradona o con Gilda, por ejemplo”.
“Ahí hay algo que se ha construido como el universo de lo peronista que, aunque no se lo mencione de manera literal, forma parte de una tradición literaria”, resume. Incluso para los nuevos lectores, para aquellos que el peronismo del 45 o del 73 es una experiencia que sólo pueden encontrar en los manuales de historia.
“Todo nuevo lector -señala Incaminato- agrega elementos y piensa o retoma otros. Con la literatura referida al peronismo influye mucho el posicionamiento político previo. Leemos desde las experiencias presentes, hacemos recortes y selecciones. En mi caso, repensé lecturas desde una perspectiva de género. Jauretche era un gran ironista pero también bastante machirulo, entonces me sigue gustando pero critico esas dimensiones. Son operaciones que hacemos los lectores todo el tiempo”.
En la política o en la literatura, el peronismo muchas veces es señalado como “un problema”, una anomalía que de algún modo debe ser resuelta. “No creo que la literatura argentina tenga problemas con el peronismo sino que algunos autores tomaron una posición antiperonista”, anticipa Incardona.
“La literatura argentina se alimentó del peronismo. Materias en las facultades, congresos, páginas y páginas de ficción y de ensayo para representar, desde uno u otro punto de vista, y con distintos personajes, al peronismo en sus distintas épocas. No es literatura argentina versus peronismo sino literatura argentina y peronismo”, concluye.
De Marechal a Borges, de las hermanas Ocampo a los hermanos Lomborghini, de Cortázar a Walsh y de Copi y Aira a Venturini, Piglia e Incardona, la literatura argentina convirtió al peronismo, también, en una tradición literaria. Hizo de sus narrativas, de sus poéticas y de sus géneros un espacio hecho de libros, y alpargatas.
Feria del Libro
• La XIII Feria del Libro de Temática Peronista se realiza del 11 al 13 de noviembre, entre las 14 y las 20 horas, con entrada libre y gratuita en el Museo Evita, ubicado en Lafinur 2988 de la Ciudad de Buenos Aires.
• Cuenta con stands de venta y exhibición de libros, presentaciones, lecturas de narrativa y poesía al paso, además de proyecciones inéditas del Centro de Documentación Audiovisual y Filmoteca del INIHEP Museo Evita.
• También se realizarán espectáculos musicales, actividades para niños y el lanzamiento del podcast “Eva después de Eva”.
• Participan 20 editoriales. Editorial Biblos, Ediciones Ciccus, Editorial Chirimbote, Colihue, Ediciones Fabro, Lenguaje Claro Editora, Octubre Editorial, CIN – REUN – LUA, Penguin Random House, Planeta – Percal, Prometeo, EDUNTREF, Grupo Editorial Sur, Siglo Veintiuno Editores, Marea Editorial, UPCN, Grupo Editor Universitario, Villa Manuelita Inst. Superior Dr. Arturo Jauretche, Ediciones Imago Mundi, La Coop Distribuidora, Editora Nacional Braille Y Libro Parlante – SENAF, Milena Caserola y Milena Pergamino, Punto de Encuentro y las editoriales del Instituto de Investigaciones Históricas Eva Perón y de la Biblioteca del Congreso de la Nación.
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