A partir de mayo, Argentina dispondrá por primera vez de una supercomputadora capaz de integrar la lista TOP 500 de los ordenadores más potentes del mundo y, a diferencia de otros que conforman ese ranking, su enorme capacidad de cálculo de dos “petaFLOPS”, estará al servicio de científicos y centros de investigación de todo el país, según explicaron desde el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación (Mincyt) a cargo de su adquisición.
“Será una de las tres o cuatro más importantes de la región y va a funcionar en el Servicio Meteorológico Nacional (SMN) que es el lugar donde necesitan el entrecruzamiento de datos más fuerte, pero como ese uso representa el 10% de la (capacidad de la) computadora, el 90% restante estará a disposición de todas las demandas del sistema científico y será una herramienta importantísima” para el sector, dijo la semana pasada el ministro Daniel Filmus.
El proceso de adquisición enmarcado en la Iniciativa Nacional de Supercómputo (Mincyt, Ministerio de Defensa, Conicet y SMN) avanza a paso firme: el pasado miércoles se cerró el plazo de presentación de ofertas para la licitación de compra y la apertura de sobres mostró que hay tres empresas en carrera, capaces de cubrir los requerimientos sin sobrepasar el prepuesto de cinco millones de dólares. Bull, Hewlett Packard y Lenovo son las tres firmas que ofertaron en la licitación.
“Antes de que termine el año se sabrá cuál es la ganadora y nosotros esperamos que para mayo del año que viene ya esté instalada y en funcionando”, dijo a Télam-Confiar el Secretario de Articulación Científico Tecnológica del Ministerio de Ciencia, Juan Pablo Paz.
Una supercomputadora es un ordenador con capacidades de cálculo muy superiores a las comunes, que además está orientada a fines específicos. La mayoría de las supercomputadoras se componen de muchas CPUs (Unidades Centrales de Procesamiento, por su sigla en inglés) menos poderosas pero trabajando de forma conjunta con un objetivo común, aumentando tanto la potencia del conjunto como su rendimiento.
La unidad de medida usualmente utilizada para expresar la potencia de cálculo de una supercomputadora es el “FLOPS”, la sigla en inglés para “Operaciones de Coma Flotante por Segundo” (Floating Point Operations Per Second) que refiere a “cuántas operaciones matemáticas que involucran números reales con decimales por segundo puede hacer”, explicó Paz.
En la actualidad, se suele utilizar la medida PetaFLOPS y, como el prefijo “peta” hace referencia a un factor de 10 a la 15va potencia, un petaFLOPS equivale a mil billones de FLOPS. Otras formas de expresar la potencia son “ExaFLOPS” (10 a la 18°), “teraFLOPS” (10 a la 12°), “gigaFLOPS” (10 a la 9°) o “megaFLOPS” (10 a la 6°).
La que va a adquirir el Estado argentino a través de su ministerio de Ciencia, tiene un rendimiento máximo real de dos petaFLOPS o 2.000 teraFLOPS, con la particularidad que será posible a futuro ampliar la capacidad de cálculo agregando unidades de procesamiento sin necesidad de modificar la estructura de base.
“En la licitación ese requisito mínimo (de potencia) pero las ofertas por lo que yo sé están por arriba de eso, con lo cual yo estoy absolutamente seguro de que esta máquina va a estar en el TOP 500”, dijo Paz.
El TOP 500 es una lista de referencia mundial y actualización bianual de las 500 supercomputadoras más poderosas del mundo utilizando la prueba de rendimiento comparativa “Linpack”.
“En este momento en la Argentina la computadora más grande que está corriendo es una computadora dedicada, es decir, que no es de acceso abierto para el sistema de ciencia y tecnología, sino que la que usa continuamente el SMN para hacer el pronóstico”, contó el funcionario.
Ese cluster denominado “Huayra Muyu” fue adquirido en 2018 y tiene un rendimiento de 370 teraFLOPS, es decir, 0.37 petaFLOPS. Otras supercomputadoras argentinas son TUPAC con 54 TeraFLOPS, Eulogia con 37 TeraFLOPS y Pirayú con 26 TeraFLOPS.
La nueva supercomputadora argentina que aún no tiene nombre, “va a estar instalada en el SMN, pero no será de ese organismo sino que estará administrada por el Sistema Nacional de Computación de Alto Desempeño (SNCAD)”, una red de centros de pertenecientes al sistema científico y académico interconectado creada en 2010.
“Es decir que cualquier investigador o investigadora en cualquier lugar del país podrá presentar una solicitud para utilizar esta supercomputadora, incluyendo una descripción del problema en el que trabaja, justificarlo y mostrar que tiene recursos humanos entrenados para hacer buen uso de este equipo que es tan sofisticado”, explicó.
Las solicitudes van a ser evaluadas “por el consejo asesor del SNCAD” que está integrado por 23 expertos en representación del Consejo Interuniversitario Nacional, el Minyncit, la CONAE, Segemar, CNEA, INTI, Conicet, INTA – entre otros- quienes “las aprobarán o no”.
“En Argentina muchos científicos que no pueden satisfacer sus necesidades de cómputo (en el país) lo que hacen es entablar relación con grupos del exterior que tienen acceso a sistemas de supercómputo, con lo cual terminan perdiendo independencia por el requisito de beneficio mutuo”, dijo.
Como parte del proyecto de adquisición y puesta en marcha, también se adecuará el espacio físico de 40 metros cuadrados donde funcionará el equipo, incluyendo la instalación de un sistema de refrigeración por agua y de otro ignífugo, con una inversión total de 1,8 millones de dólares a cargo del Ministerio de Defensa.
“Esta supercomputadora aumentará la capacidad que tiene el país en general, y del SMN en particular, para hacer ciencia, para hacer experimentos numéricos que en nuestro caso son muy costosos computacionalmente y que no podemos realizar hoy con el sistema de cómputos que poseemos porque está dedicado con exclusividad a al sistema de pronóstico del tiempo”, dijo en agosto pasado la dijo la directora del SMN, Celeste Saulo.
Este tipo de equipos son indispensables para – entre otras cosas – la confección de pronósticos meteorológicos; el modelado de sistemas complejos; los estudios de genómica; el diseño de fármacos; el desarrollo de nuevos materiales; el diseño industrial; el modelado de cuencas petroleras y gasíferas; el desarrollo de la inteligencia artificial; y la ciencia de datos.
“En Argentina tenemos buenos científicos y buena formación más allá de crisis recurrentes que en el pasado motivaron exilios; pero lo que no tenemos todavía es un sistema científico con capacidad de diálogo e interacción entre diferentes instituciones con lógica, coherencia, institucionalidad y estabilidad. Hacia allí queremos avanzar”, concluyó.
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