Convencida de que atravesamos una “desertificación” de los museos, Annabelle Mauger, mente y curadora de “Imagine Van Gogh”, la primera muestra de arte inmersiva en desembarcar en Argentina dedicada al artista holandés que se podrá ver desde el 16 en La Rural, compartió algunas claves sobre las nuevas expresiones del arte, las necesidades de los espectadores más jóvenes y los secretos de una técnica que revoluciona la cultura en todo el mundo.
La exhibición se sumerge en el mundo de 200 obras de Vincent Van Gogh, en formato de gran tamaño, proyectadas en telones de ocho metros de altura mediante más de 46 proyectores, también en el suelo y en velas móviles. Esta muestra viajó por el mundo y es un fenómeno en Canadá y Estados Unidos, en ciudades como Vancouver, Montreal, Quebec y Boston. Buenos Aires es la primera ciudad elegida para desembarcar en América Latina y lo hará a partir del miércoles próximo en el Pabellón Frers de La Rural.
Cuando era una niña, Mauger pasaba las vacaciones con sus abuelos en una casa que tenía una sala de cine. Ella jugaba con los Dinky Toys (pequeños juguetes a escala) y se escondía detrás de la pantalla gigante enrollable. Esta experiencia la marcó y fue el cimiento sobre el que comenzó un recorrido artístico y creativo que parece no tener límites.
A principios de la década de 2000, descubrió Cathédrale d’Images en Baux-de-Provence, Francia, un sitio histórico fundado por Albert y Anne Plécy, los abuelos de su marido. Este espacio fue la cuna de su primera creación audiovisual bajo la técnica Image Total, técnica que trae hoy a Buenos Aires con la muestra inmersiva “Imagine Van Gogh” que ya acumula un récord local de ventas de 120.000 entradas.
-Télam: ¿Cómo explicar en qué consiste la técnica “Image Total”?
–Annabelle Mauger: Fue creada por Albert Plécy en 1977 cuando presentó Cathédrale d’Images. Para mí es interesante pensar en la edad media, cuando no había museos y el lugar donde se podía ver arte eran las catedrales. Todas las personas podían entrar, era accesible e incluso gratuito, hasta las personas en situación de calle podían hacerlo. En una muestra inmersiva, como en aquella época, cualquiera puede acceder y entender el mensaje, sea cual sea el nivel educativo, social y cultural. Cuando hablamos de esta técnica hablamos de poder tocar las obras, la persona está directamente conectada con la pintura, y creo que eso es muy importante. En el momento en el que Van Gogh decidió ser artista no fue valorado, su genialidad no fue reconocida. Esa genialidad se puede apreciar a través de esta técnica porque se pueden ver las pinceladas, por momentos muy intensas y directas, y, con distancia, una versión más suave o soft, incluso más dulce de la obra. El espectador puede observar los detalles pero también puede mirar con perspectiva. Esta es la manera, creo yo, de poder apreciar las dos caras de un mismo artista. Y, además, en esta muestra no hay traición al espectador, las obras no se alteran, no se modifican. En muchas otras muestras inmersivas sí alteran la esencia de la obra, agregan movimiento; acá hay efectos de conexión entre imágenes, de transición, pero se mantiene la esencia. Los espectadores vienen a ver al Van Gogh real.
-T: ¿Cómo fue el proceso de pensar, producir y llevar adelante esta muestra única?
–A.M: Comenzó en 2008 cuando vivía en Francia y trabajaba en Cathédrale d’Images, en esa época comencé con esta idea de acercar la obra de Van Gogh a la gente. La obra que yo quería mostrar es la de los últimos dos años del artista, en los que decidió con convicción que quería ser pintor y en los que creó, por ejemplo, “La Noche Estrellada”, una de sus obras más soñadas. También me pareció muy importante acercar las obras que incluyen las cartas que le escribía a Theo, su hermano, que tienen un enorme valor visual y testimonial. Y luego de eso, la idea, y concreción, de hacer viajar la muestra para acercarla a la mayor cantidad de personas que sea posible.
-T: “Imagine Van Gogh” es un éxito alrededor del mundo. ¿Por qué elegiste Buenos Aires como entrada de América Latina?
–A.M: Muchas personas en América Latina no tienen la posibilidad de viajar especialmente después de la pandemia de Covid-19. Yo soy afortunada porque pude seguir viajando, pero hay mucha gente que no. Todavía hay gente que tiene mucho temor, además. Tener la posibilidad de que una exhibición viaje hacia las personas es muy importante. Y cuando pensamos y creamos esta muestra inmersiva, decidimos eso: acercarla a las personas. Trabajamos en esto con Julien Baron. Lo que llega hoy a Buenos Aires es básicamente una parte de mí.
-T: ¿Fue complejo obtener los derechos de las obras de Van Gogh?
–A.M: No tuvimos ningún problema porque Vincent Van Gogh murió hace muchísimos años y toda su obra, su legado, es ahora de dominio público. Desde el 2008 que comencé con este trabajo, cada vez que viajo a algún país, voy a museos y saco fotos de obras que aún no tengo. También accedemos a bancos de imágenes en donde se pueden comprar.
-T: ¿Cómo pensás el rol del espectador en este tipo de muestra inmersiva, especialmente durante la pandemia?
–A.M: Muchas de mis muestras en estos años estuvieron en Canadá, un país que fue muy estricto con los protocolos y las reglas ante la pandemia. Durante muchos meses los museos estuvieron cerrados, pero “Imagine Total Exhibition” siguió abierto. Porque es un espacio muy grande, porque en la producción pensamos mucho en mantener la distancia social de los espectadores, fuimos muy cuidadosos. Notamos siempre que las personas estaban muy felices de poder hacer una actividad, de salir del encierro. Para mucha gente es un sueño hecho realidad; las personas pueden caminar, saltar, jugar. Es un espacio de diversión también. Este tipo de muestra fue y es un arma contra el Covid y el aislamiento. Un lugar de encuentro y de comunión, en donde se comparte la experiencia con quienes están alrededor.
-T: ¿Por qué Van Gogh, cuál es el valor o singularidad que tiene su obra en este tipo de muestras?
–A.M: Yo quiero y admiro mucho a este pintor no sólo por sus obras famosas, sino por un motivo más político y social. Era una persona que le gustaba mucho estar cerca de la gente, de los trabajadores, que mostraba cómo era la vida cotidiana. El valor está en su capacidad de hacer arte con las cosas simples, con situaciones simples, y estoy segura de que esto es parte importante, sino fundamental, de su éxito como artista.
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-T: ¿Cómo pensás la relación entre arte y entretenimiento hoy?
–A.M: En Europa estamos hablando de la desertificación de los museos. Las nuevas generaciones no van a museos porque los encuentran aburridos, porque a veces no se permite sacar fotos o grabar videos, y los jóvenes quieren estar en Instagram. En este sentido creo que las muestras inmersivas son una puerta abierta para que las nuevas generaciones descubran el arte. Les damos el espacio para que escuchen música, saquen fotos y compartan la experiencia en redes. En los museos la experiencia es solitaria; en estas muestras, es compartida.
-T: ¿Creés que estas muestras contribuyen a democratizar el arte?
–AM: Estoy convencida de eso. En Europa hay una idea de que para ir a museos se necesita cierto nivel intelectual o ciertas herramientas. A las muestras inmersivas puede ir cualquiera sin importar la edad, ni el nivel educativo o socio-cultural, incluso sin importar la lengua en la que habla. No hay un discurso, no hace falta. Y creo que esa es la manera más democrática de vivenciar el arte.
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