Berlín Actualizado: Guardar
Una delicia decimonónica. ‘Das Klavierspiel’, un dibujo de Carl Pitzweg de 1840, que representa una escena musical doméstica y juega con las sombras, proyectando sobre la pared el perfil de un lujurioso flautista, cuyo flequillo rebelde desvela un instinto diabólico, fue subastada recientemente por Christie’s a través de internet. El valor de la obra de pequeño formato estimado por la casa de subastas era de entre 1.000 y 1.500 euros, pero el martillo cerró la puja cuando había alcanzado los 18.750 euros. Los responsables de la subasta atribuyen el alto nivel de interés a la peripecia histórica de la obra.
Perteneció a la Colección Gurlitt, descubierta en 2012 en un piso de Múnich en el que se amontonaban
centenares de obras de primer orden que reunió en su día el reconocido marchante de arte de los jerarcas nazis y que pasó en herencia a sus descendientes, oculta desde los años cuarenta al mercado y al fisco. Una vez comprobado su origen ilegítimo, el Museo de Berna, que finalmente se ha quedado con la colección, la restituyó a los herederos del coleccionista Henri Hinrichsen, editor de música judío expoliado por los nazis. Y estos la habían puesto a la venta. «Muy pocas obras de la colección Gurlitt salen a la venta y, por lo que hemos visto en esta ocasión, despiertan un interés adicional», confirman fuentes de la casa de subastas. Todo parece indicar que la historia de esta colección afecta al alza a los precios de las obras que la compusieron».
Según la ministra de Cultura alemana, Monika Grütters, esta es una de las últimas obras identificadas como arte saqueado por los expertos que escudriñan entre las obras de la colección de Hildebrandt Gurlitt y el procedimiento ha sido muy exhaustivo y ha llegado a su fin, por lo que no es de esperar que aparezcan muchas más en el mercado. Junto con otros 1.600 cuadros, permaneció oculta en manos de Cornelius Gurlitt, hijo del marchante, hasta que a los agentes de aduanas alemanes les salió de ojo que el ya anciano cruzase desde el lado suizo con 9.000 euros en la cartera.
Lo que comenzó siendo una comprobación rutinaria terminó en el mayor thriller artístico desde la II Guerra Mundial. Aparecieron obras de Monet, Picasso, Liebermann, Beckmann o Matisse que se creían perdidas, incluso algún cuadro de Durero. Durante años, a partir de 2016, un grupo de trabajo creado por el Centro Alemán para la Pérdida de Bienes Culturales (DZK), con sede en Magdeburgo, investigó el origen de las obras. Pero el resultado de las pesquisas fue diferente al que esperaba la prensa internacional, que había presentado el fabuloso hallazgo como fruto del expolio. El pasado mes de enero, el Museo de Berna, que heredó la colección en 2014, tras la muerte de Cornelius Gurlitt, declaró la devolución de un total de 14 obras a sus legítimos herederos. La dirección del museo acaba ahora de anunciar su renuncia a la propiedad de otras 38 obras, 9 de ellas restituidas a sus legítimos herederos en Alemania, y de otras 29 obras que no han sido reclamadas por nadie pero sobre las que han aparecido durante la investigación elementos de sospecha. La intención de la directiva es deshacerse de ellas antes del 10º aniversario de la aparición de la colección.
«Los herederos hasta ahora resarcidos no quieren en su mayoría vender las obras», afirma un galerista de Berlín. Estamos todos muy atentos porque la historia de esos cuadros es muy interesante, aporta un gran valor añadido, pero a lo más que llegan es a prestarlas a instituciones para su exposición. Ese ha sido el caso, por ejemplo, del «Retrato de Jeune Femme Asisse (Retrato de una joven sentada), de Thomas Couture (1815-1879) y devuelta oficialmente. Perteneció al entonces político francés y miembro de la resistencia Georges Mandel, robada por los nazis durante la II Guerra Mundial. Mandel fue ministro de las Colonias en el último gabinete de la Tercer República Francesa antes de unirse a la resistencia en 1940. Ese mismo año su colección de arte fue incautada. Mandel fue detenido en Marruecos, deportado a los campos de concentración de Oranienburg y Buchenwald, hasta que en 1944, devuelto a París, fue ejecutado por la milicia francesa fascista. Su identificación ha sido posible solamente gracias a la declaración que hizo la ex pareja de Mandel, al terminar la guerra, en la que aportaba un detalle: una restauración de una lágrima llevada a cabo en el área pectoral del retrato y que pudo ser encontrada en una inspección a fondo de la obra.
En ocasiones la inspección no ha sido concluyente, pero igualmente se ha devuelto las obras a quienes las reclamaban, como en el caso de dos acuarelas de Otto Dix: ‘Lady in the Lodge’ y ‘Tompteuse’, ambas de 1922. «Carecíamos de pruebas pero contábamos con circunstancias conspicuas que apuntaban en ese dirección», explican fuentes del Museo de Berna, que conservará cerca de 1.100 obras de procedencia incierta pero sobre las que «no existen pruebas de expoliación por los nazis ni circunstancias sospechosas». Además, unas 270 obras de la Colección Gurlitt fueron excluidas de la investigación «por tratarse de portafolios desmembrados o piezas realizadas en serie».
La entrada Berna acelera la devolución de obras de la Colección Gurlitt antes del décimo aniversario de su hallazgo se publicó primero en Cultural Cava.