@RFilighera
Una leyenda del humor argentino que cuenta en la actualidad con 95 pujantes y hermosos “abriles”. En efecto, Carlos Salim Balá nació un 13 de agosto de 1925 y se convirtió con el paso del tiempo en Carlitos Balá, capitulo de oro de la comicidad infantil que entretuvo e hizo disfrutar a varias generaciones de chicos, adolescentes y adultos. Pertenece a una pléyade de intérpretes que formaron parte de aquella inolvidable cabalgata del humor comandada por el liderazgo de Delfor, “La revista dislocada” y que marcó camino en la historia de la comicidad en los medios de comunicación.
El padre de Carlitos era de origen libanés y su madre de raíces croatas. En tanto, su hermana menor Norma, lo incentivaba a que hiciera teatro, incluso quiso que participara en una obra de la escuela, pero Carlitos era muy tímido. No obstante, plasmaba bromas en concepto de rutinas de shows en los colectivos de la línea 39 de Chacarita, donde trabajaba para vencer su timidez. En sus comienzos participó de un concurso que ganó, bajo el nombre de Carlos Valdez. Su padre estaba escuchando la radio cuando salió ganador pero no lo reconoció porque Carlitos había cambiado su apellido por temor a que lo retaran.
Ya enterado de que había ganado y de que su padre no sabía que era él, decidió cambiar y llamarse Carlos Balá, manteniendo la similitud con su verdadero apellido. Luego decidió a incursionar en la radio, donde interpretó a un personaje muy nervioso que hizo reír desde el primer día. Tras un desacuerdo con Délfor en 1958, integró un famoso trío cómico junto a Jorge Marchesini y Alberto Locati con participación en Radio El Mundo y con la locución del histórico Antonio Carrizo. Luego de su éxito, el trío adquirió una gran popularidad y participó en “El show de Andy Russell”. Luego protagonizaron “¡Qué plato!”, y estuvieron juntos hasta 1960.
En una reciente entrevista con Crónica, el querido artista evocó grandes momentos de su trayectoria y que detallamos a continuación.
“Nací, artísticamente, en 1955, Radio Splendid. En ese entonces, la empresa Jabon Federal tenía su publicidad propia en el programa de Delfor (director y guionista de varias troupes humorísticas) e interpreté a un particular jefe de agencia de publicidad cuyos perfiles denotaban nerviosismo y hasta cierta tartamudez”.
Antes, el propio Carlitos había hecho sus primeras armas (todo un verdadero pionero) jugando cuadros cómicos en la línea de micros 39. Como símbolo (adelantado) de época, Carlitos hacía su rutina de cuentos y canto, emblema de artista callejero y de medios públicos que hoy vemos, en forma permanente, y en diferentes modalidades. “Había gente que se pasaba de su trayecto porque se ve que el cuadro de humor que hacíamos era bueno. Y para uno fue, en definitiva, un óptimo terreno de experimentación”.
Posteriormente a la experiencia en radio El Mundo se inició una de las etapas de mayor desafío en su trayectoria. “Telecómicos”, de Aldo Camarota le permitió un especial lucimiento que se prolongó, luego, en la posibilidad de transitar trabajos que lo fueron instalando en un lugar de valioso predominio escénico. En este sentido, se pueden citar “Balamisina”, “El flequillo de Bala”, “El clán de Balá”, “Sábados Círculares de Mancera”.
En tanto, el cine, se convirtió para el actor en un ámbito muy importante de expresión artística y llegada popular.
Se puede señalar “Cañuto Cañete, conscripto del 7”, “Canuto Cañete, detective privado”, Canuto Cañete y los 40 ladrones”, y más hacia acá, “El tío disparate” y “¡Qué linda es mi familia!”.
Con respecto a su función cinematográfica, Balá manifestó que “me siento muy feliz con todo lo hecho. La pantalla grande ha servido de gran convocatoria para mi propuesta artística y, en este sentido, me he sentido muy conforme con mi personaje de Canuto Cañete y por otra parte con las comedias que realicé posteriormente”.
Es importante señalar que el circo se convirtió, durante muchos años, en uno de sus espectáculos de mayor contundencia para el intérprete; significó una suerte de cabalgata por todo el país y propuesta clásica de la temporada marplatense de veraneo. Carlitos se encontraba, definitivamente, en su máximo apogeo.
Panam, amiga y admiradora
“Durante 7 años me acompañó en el escenario y siempre se ha presentado como un artista novel. Reitero, con la humildad, la perseverancia y el tesón de un actor que hace sus primeros pasos. Realmente, un ejemplo, para mí y todo el elenco”. De esta manera, Laura Franco Panam elogió a Balá, más allá de sus bondades de actor y creador.
“Estar con Carlitos es formar parte de un verdadero juego. El se encuentra, de manera permanente, haciendo humor, fuera y dentro del escenario. Nos invita a esa inagotable dicha de poder brindarnos a los chicos y hacerlo siempre con una sonrisa, una actitud de plena felicidad”, destacó de manera contundente.
Como para subrayar aún más estos conceptos, la intérprete infantil puntualizó: “Carlitos siempre nos dio cátedras del buen vivir. Trabajar junto a él es participar de una verdadera cátedra artística en todo sentido. Siempre está jugando y tiene la capacidad de niño intacta. La sonrisa no para de acompañarlo y su especial impronta artística en el escenario corre paralelo a cualquier bella instancia de la vida”.
Panan no dudó al afirmar lo siguiente: “Verlo tan bien, tan juvenil en su actitud, me da una particular alegría. Además, quiero que Carlitos forme parte de nuestro presente y no una expresión linda y nostálgica del pasado. Lo cuido desde la admiración y el afecto. Trato de contenerlo y que esté cómodo. No tengo dudas, es un artesano en poder dibujarle una sonrisa a los más pequeños”.
Panam remarcó una y otra vez que “Carlitos integra una pléyade de comediantes en extinción. “Salvando todo tipo de distancia, tiene el poder de la distinción, a ultranza, de gala, de buenos recursos como Chaplin. Carlitos es nuestro Chaplin y el aporte que hizo y continúa realizando sigue siendo de una jerarquía absoluta. Ha superado la barrera del tiempo y es un maestro, no tengo la menor duda, que nos incita a aprender desde su lugar de conocimientos y plena humildad”.
Martha y una historia de amor
Martha (83) es su compañera de ruta, de toda la vida. Fruto de esa extensa relación tienen dos hijos, Martín y Laura Balá.
La pareja, en su departamento de la Recoleta, comparte ese nidito de amor que ha permanecido indemne a través del tiempo. Comprensión, dedicación, amor y mucha contención han sido y son sus principales pilares existenciales.
Martha le confesó a Crónica que “nos conocimos hace 65 años en un casamiento y no nos separamos más”.
Carlitos intercedió en la charla y agregó: “Recuerdo como si fuera el día de hoy que en esa reunión había como 500 invitados. Sin embargo, yo reparé en Martha de manera firme y dije “¡Que linda chica, por Dios! Por supuesto que la saqué a bailar y aceptó encantada. Luego, la acompañé hasta su casa en Boedo, en colectivo; hice algunos chistes y se rio hasta más no poder. Ahí supe que iba a ser la mujer de mi vida y realmente no me equivoqué”.
-¿Carlitos, existe algún secreto para que un amor durante tanto tiempo?
-Con Martha nos conocemos de memoria. Ella siempre me ha dado todos los gustos y me cocina todo aquello que me gusta mucho. Más no puedo pedir. Estuve, estoy y estaré encantado con esta preciosa mujer que es mi esposa. Una princesita.
Por R.F.