Poeta, traductora, docente y escritora, la uruguaya Circe Maia (Montevideo, 1932) es autora de una obra clave para pensar la literatura y la poesía latinoamericanas que potencian el relato de lo íntimo y lo cotidiano para narrar momentos históricos y reflexionar así sobre el cruce entre lo personal y lo político, algo que se condensa en su libro -reeditado recientemente- “Un viaje a Salto”.
Una madre viaja con su hija en un tren que va hacia Salto y en el que va también su marido, un médico convertido en preso político por asistir al Movimiento Tupamaro. Pero no viajan los tres juntos, ellas se subieron a ese tren para intentar verlo esquivando las limitaciones impuestas por la cárcel.
Publicada por primera vez en 1987, esta novela breve cuenta con distintas voces: la de la hija, la de la madre y la del padre. “Cuando amaneció, el soldado me dijo que me sentara un rato con papá, y yo quedé contentísima y fui corriendo y me senté a charlar de cómo estaba la abuela y yo le dije que estaba muy bien, que comía bien y dormía bien. Después me preguntó qué cosas me habían dejado los Reyes, a mí y a todos mis hermanos, también preguntó como estaba mamá. Yo le dije que bien, pero un poco nerviosa (ahí estuve mal, etc.”, dice la niña en la primera parte titulada “Viaje con mi papá en tren a Salto”.
Esa polifonía también combina el día a día en la cárcel del padre (“Una cosa es la actitud risueña en la visita, donde la simulación puede ser una virtud y la alegría simulada ser un compuesto de alegría real (¡verse y oírse!) y agudo sufrimiento. Otra cosa muy distinta, que ofende, que lastima, es la ligereza con que se refieren otras personas a ciertos hechos”.) con la de la madre (“Otra visita, después de siete meses. Brilla tu mirada relatándome un episodio extraordinario: simplemente, ver el cielo de noche”.).
Para la poeta, traductora y escritora María Teresa Andruetto, se trata de “un libro de relato autobiográfico, una autoficción, aunque en esa época no se la llamaba así”, que retoma “un episodio de su vida más potente hacia el afuera”. La autora de “Los manchados” fue precisamente una de las que propició la llegada de la obra de la narradora uruguaya a la Argentina.
En 1972, Maia vivió la prisión de su esposo, integrante del Movimiento de Liberación Nacional conocido como Tupamaros, mientras que a ella la dejaron en libertad porque su hija menor tenía apenas cuatro días de vida. Sin embargo, un año después, fue destituida como docente de escuela secundaria y pasó trabajar como profesora particular de idiomas.
“Es una reedición que guarda la potencia del relato íntimo con la capacidad de contar un momento histórico”, dice Francisco Llorca, responsable junto a Magda Anglès de las afueras, el sello español que reeditó esta obra de Maia con prólogo de Mercedes Halfon, otra de las autoras que forma parte de la propuesta editorial.
“Los catálogos editoriales son como archipiélagos. Cada isla es una entidad en sí misma pero nos gusta que esté en contacto con las que la rodean. Formalmente nos interesan este tipo de discursos híbridos, difíciles de encasillar, en los que diferentes géneros y voces se entrecruzan. En ese sentido, la elección de Halfon (cuyos textos también son muy difíciles de clasificar) para escribir el prólogo está cargada de intención”, reflexiona el editor.
Con dos títulos propios que también pueden encontrarse en edición de las afueras -“Diario pinchado” y “El trabajo de los ojos”-, la poeta, escritora y periodista argentina dice en el prólogo de “Un viaje a Salto” que en esta prosa de la autora uruguaya “brillan algunos de los elementos propios de los poemas de Maia: una escritura de apariencia sencilla y sin embargo muy compleja, que se nutre de la vida cotidiana, dolida pero de expresión serena, de palabras precisas, imágenes exactas y una gran condensación”.
Además destaca que la autora “siempre ejerció como profesora de filosofía y ese filo del pensamiento, sin ser demasiado ostensible, delinea sus versos. Y también aparece aquí. Observación atenta, percepción abierta, reflexión que no se detiene, son las bases de estas líneas”.
Ese vínculo con la filosofía también conmueve a Andruetto, que destaca que su obra “tiene una hondura filosófica muy profunda que logra hacerla aparecer en la escenificación y el relato de hechos cotidianos, escenas íntimas, domesticas. Escribe sobre lo pequeño con una hondura filosófica producto de su transito por los grandes poetas, sobre todo los presocráticos. Jamás suena como intelectual y está mostrándonos la filosofía más profunda encarnada en los dichos cotidianos”.
La autora de “Lengua madre” publicó en 2013 “La pesadora de perlas”, un libro de conversaciones con la poeta y traductora que fue editado por el sello cordobés “Viento de Fondo”, cuyo responsable es Gastón Sironi.
En diálogo con Télam, la escritora cuenta que Sironi, uno de los organizadores del festival de poesía de Córdoba, la invitó ese encuentro pero Maia respondió que no estaba viajando. “Le comenté que me hubiese encantado publicar una antología y él, que tiene una editorial pequeña pero que es una joyita, me dijo ¿y si hacemos un libro? Logró encantarla y durante ese año previo a su venida armamos la antología. Y así editamos ese libro”, relata sobre ese trabajo que además reúne la poesía de la uruguaya.
El encuentro entre Andruetto y la escritora, en Uruguay primero y en Córdoba después, también tiene un corto documental que lleva el mismo título del libro: “La pesadora de perlas”, tal como también se titula uno de sus poemas, y se puede ver en YouTube (https://www.youtube.com/watch?v=jL_OrhCpwvo).
La autora de “Stefano” recuerda perfectamente su primera lectura de la obra de Maia: “En los 80, en un consultorio odontológico encontré en una revista un poema suyo, “Unidad”, que tiene que ver con el pan, con el corte del pan. Estaba muy interesada en poemas que tuvieran que ver con comida porque estaba escribiendo los poemas de ‘Palabras al rescoldo’. Enseguida supe que me iba a gustar todo de ella, nunca me defraudó, la busqué, no era tan fácil encontrarla, en algún momento salió un dossier espectacular en Diario de Poesía y me aprendí todos esos poemas de memoria. Después mi marido empezó a ir por trabajo a Tacuarembó y le pedí que me consiguiera libros de ella, le escribí, me contestó. Así fue que fuimos y vinimos”.
“No todos los poetas le hablan a uno, yo sentí que ella me hablaba a mí”, sintetiza Andruetto.
La obra de la escritora uruguaya se puede dividir en dos etapas: la primera comienza en 1944, cuando a los 12 años publicó su primer libro de poesía “Plumitas”, al que le siguieron “En el tiempo”, “Presencia diaria” y “El puente”; mientras que la segunda se retoma en los 80 con el regreso de la democracia en Uruguay. Después de un intervalo de casi 20 años, publicó “Destrucciones”, “Un viaje a Salto”, “Superficies” y “Las voces del agua”, entre otros.
Para Andruetto, si hay un tema que atraviesa la obra de Maia -reconocida con el Premio Nacional de Poesía en dos ocasiones (1958 y 2001)- es “el tiempo, el paso del tiempo que transformándolo todo sin que uno lo pueda advertir. Antonio Machado marca un precedente de lo que ella es: la luz y el tiempo son muy fuertes en ella y son los grandes temas de la obra de Machado”.
En el caso de los editores de las afueras, el encuentro con la obra de Circe Maia y la decisión de editarla tuvo un camino que también incluyó fotocopias: “La vida de los libros es azarosa. Los lectores y lectoras no suelen ser conscientes de la suma de casualidades que llevan a que un manuscrito se convierta en libro impreso o a que un libro publicado en Uruguay en los años ochenta llegue a las librerías de España y Argentina más de treinta años después. En este caso en concreto, nosotras conocíamos la obra de Circe Maia muy superficialmente, pero no la de este título hasta que la mano amiga del escritor Antonio Jiménez Morarto, una auténtica enciclopedia de literatura latinoamericana, nos acercó unas fotocopias (que a saber de dónde había sacado) de la primera edición del libro”.
A partir de ese momento, no tuvieron dudas: “a pesar de su brevedad, era una obra de gran alcance, que nos interpelaba a pesar del tiempo y la distancia y queríamos ponerla a disposición de la gente”, explica Llorca.
¿Cómo dialoga esta novela con el catálogo de las afueras? “Nos interesan muchos los relatos en los cuales la gran Historia, con mayúsculas, se entrecruza con la historia íntima y personal de las clases populares. Por ejemplo, acabamos de reeditar Tengo miedo torero. Y aunque no podríamos imaginar dos libros más distintos, creo que ambos dialogan en este punto, aunque en un sentido inverso: en cómo lo personal deviene político en el caso del libro de Lemebel y en cómo la política afecta a lo personal en el caso de Maia”, responde el editor.
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