Las editoriales suelen tener cerradas la recepción de textos y cuando convocan a enviar originales, ya sea a través de un premio o de un simple llamado, aparecen centenares de escritores inéditos que envían sus trabajos para ser evaluados, una situación que dispara al menos dos preguntas y editores y escritores de distintas generaciones las intentan responder: cuál es la función de las editoriales frente a los noveles y cómo se llega a publicar un primer libro.
Es vox populi entre editores y jurados de los premios literarios que entre quinientos y mil manuscritos circulan desde hace una década. Son originales que sus autores no encuentran cómo publicar. Para el reconocido escritor Guillermo Saccomanno, quien a los 73 años será el encargado de abrir la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires 2022, “lo difícil no es publicar, lo difícil es escribir bien”.
Alejandro Vaccaro presidente de la Sociedad Argentina de Escritores (SADE) y autor del libro “Borges, vida y literatura”, entre otros dedicados al autor de “El Aleph”, detalla que “Jorge Luis Borges publicó su primer libro ‘Fervor Buenos Aires’ en 1923. Su padre pagó la impresión de trescientos ejemplares a una editorial (Serantes) sin ninguna experiencia” y agrega: “Sucedió lo mismo con Adolfo Bioy Casares, su padre lo engañó, haciéndole creer que la editorial Tor lo publicaba, pero había sido él quien pagó la edición”.
En todas las épocas existieron dificultades a la hora de publicar. Otro escritor de mil batallas, Vicente Battista, a los 82 años cuenta a Télam que su primer libro, el volumen de cuentos “Los muertos”, lo publicó en 1967 en la editorial Jorge Álvarez. En aquellos años, había dos grandes editoriales: Sudamericana y Emecé y algunas editoriales pequeñas: De la Flor, Galerna y Jorge Álvarez.
“Esta última se había convertido en una suerte de boom porque supo reunir a quienes después serían los narradores argentinos de peso y a quienes, sospecho que por diversas razones, las grandes editoriales habían subestimado”, explica Battista. Se refiere a escritores como Manuel Puig, Abelardo Castillo, Liliana Heker, Ricardo Piglia, Germán García.
Los editores aseguran que hay recursos y posibilidades para todos los escritores, sin embargo todos coinciden que no es fácil publicar el primer libro. Saccomanno señala que “es difícil siempre para un escritor que empieza”. Sus comienzos fueron tan arduos como los de cualquiera para publicar. Carlos Trillo y él publicaban novelas policiales con seudónimos en una editorial que armaron junto a Carlos Marcucci en los años 70, pero tuvieron problemas con la censura.
Sebastián Basualdo, escritor nacido en 1978, publicó su primer libro, “La mujer que me llora por dentro”, cuando tenía 23 años; y surgió como consecuencia de haber publicado un cuento en la revista Proa -tercera época- que por entonces dirigía el escritor Roberto Alifano y “cuyo jefe de redacción era mi querido “Dino” Rivadavia”, rememora.
“Si no tenés el respaldo de un premio o un reconocimiento de una institución es difícil que una editorial publique una primera edición”, dice Fabio Wasermann, fundador de la editorial del Subsuelo y quien publicó el libro de cuentos “El lado solitario del río” en la editorial Corregidor.
“Las editoriales atienden su negocio y los escritores somos solo una parte. Empezamos siendo la materia prima para convertirnos en mercancía, pero finalmente solo somos otro fetiche”, asegura el cuentista y agrega: “En los últimos meses algunas editoriales lanzaron convocatorias para que se presenten novelas inéditas. Esto, que parece una curiosidad, debería ser lo habitual”.
Desde Baltasara Editora, un sello independiente que recoge la tradición del librero y editor español Laudelino Ruiz, radicado en la ciudad de Rosario -Argentina- entre 1930 y 1972, explican que bajo el lema de promover y difundir realizaron convocatorias abiertas para dar “una posibilidad real” de publicar a todas las obras que lo merezcan según su criterio editorial.
“Para llegar a la selección final, el título debe pasar por tres evaluadores, que se designan según la temática del concurso. Estos, reciben los textos sin el dato de la autoría, de la misma forma en la que se realiza un concurso. No hay favoritismos, la literatura es la verdadera protagonista”, explican a Télam los editores del sello, quienes aseguran que su esquema de producción literaria “da una oportunidad a todos los autores por igual, siempre que coincidan con nuestra línea editorial”.
Uno de los escritores jóvenes surgido de Baltasara es Juan Ignacio Pisano, nacido en 1981, quien publicó en la editorial rosarina “El último Falcon sobre la tierra”, novela por la que ganó a primera edición de Premio de Novela Fundación Medifé – Filba.
El escritor explica a la agencia que “la publicación fue algo difícil. Tuve una primera novela terminada en el año 2010 y nunca pude publicarla. La mandé a algunos concursos y no quedó (tal vez no era muy buena), pero lo que más recuerdo es que no lograba que me recibieran el manuscrito en ninguna editorial”.
“Tiene que haber un ojo demasiado atento a la aparición de voces nuevas para que eso ocurra porque, imagino, las editoriales, en general, tienen planes de publicación más o menos armados”, argumenta.
El escritor Juan Ignacio Boido, director editorial de Penguin Random House, explica que “la literatura argentina tiene una vitalidad extraordinaria y en los tiempos de crisis siempre forja voces y formas nuevas, nosotros estamos abiertos y atentos a este material”.
Además de publicar los premio Alfaguara y Clarín, esta editorial recibe en la puerta de Humberto 1º 555 los manuscritos anillados y en la página web los PDF de libros originales para ser evaluado por los editores.
“Es verdad que Penguin Random House tiene un equipo de editores con un entramado social vinculado al círculo literario, pero además -documenta Boido- en el sitio https://manuscritos.penguinrandomhousegrupoeditorial.com/ la editorial le permite al autor estudiar los distintos sellos editoriales y, tras decidir en cuál encaja mejor la obra que deseas publicar, rellenar un formulario y enviar el manuscrito en PDF”.
Diego D’Onofrio de la editorial “La Bestia Equilátera” señala que “actualmente, al escritor que no tiene un contacto, un conocido, un antecedente, se le hace muy difícil presentar su manuscrito a una editorial”.
“Nosotros tuvimos cerrada la recepción de textos desde la fundación. Y por lo que sabemos, esta situación se repite en muchas editoriales”, sostiene el editor y sostiene que por eso les pareció “el momento oportuno para abrir las puertas de la editorial durante cuatro meses a la llegada de novelas (de hasta 70 mil palabras)”.
Cuenta que para esta convocatoria ya recibieron 400 originales y tiene la expectativa de descubrir nuevas voces, además de afianzar el vínculo con sus lectores, “muchos de los cuales sabemos que escriben”, dice D’onofrio.
Por su parte, Víctor Malumian explica que Ediciones Godot apunta a la no ficción y al ensayo y por este motivo el volumen de originales que reciben suele ser menor. En este momento abrieron la convocatoria al Premio de no ficción Latinoamérica Independiente 2022 para el que la inscripción puede hacerse en https://www.premiodenoficcion.com/.
“Desde hace algún tiempo trabajamos en el premio Latinoamérica Independiente donde un puñado de editoriales se unió para publicar al mismo tiempo en sus respectivos países un libro que nos cambie la mirada y desnaturalice una problemática o un área de pensamiento”, cuenta sobre el concurso.
Saccomanno, quien publicó su primera novela “Prohibido escupir sangre” en 1984 en Ediciones de la Flor asegura que “en este momento se idealiza un poco la dificultad de publicar. Además de Planeta y Random hay una gran cantidad de editoriales independientes. Cuando un texto tiene valor por lo que se considera legitimo en la calidad de una obra encuentra tarde o temprano su lugar”, asegura pero remarca: “Las dificultades están siempre. Aun hoy que soy un escritor entre comillas ‘reconocido’, cuando entrego el original a la editorial estoy en una zona de abismo, tengo la sensación de que camino por un plano inclinado”.
“Con una democracia consolidada el florecimiento de tantos sellos independientes me parece importante, es una alegría. Es un lujo de la existencia tener tantas posibilidades de leer autores desconocidos, pibes que se inician, a pesar de todas las dificultades hay un florecimiento de nuestra literatura”, subraya el autor de “El oficinista”.
Más allá de los circuitos nacionales hay editoriales regionales, como el caso de Baltasara o la Municipal de Rosario, que cubren una demanda más local, aunque algunas con proyección nacional. Por ejemplo Gogol en Mar del Plata, del escritor Javier Chiabrando o Raíz de Dos de Córdoba.
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