Madrid Actualizado: Guardar
María Luisa García-Franco escribió ‘ Mejor no contarlo‘ (Larrad Ediciones) mucho antes de que decidiera ponerse a ello. En realidad, lo ha estado escribiendo durante veinticinco años, el tiempo que pasó informando desde el País Vasco sobre el terrorismo de ETA, para ABC y otros medios. «Conviví con personas del ámbito de la política, el periodismo o la empresa que estaban amenazadas de muerte, y ninguno de ellos se atrevía a contarlo porque lo que entonces cabía esperar de la sociedad vasca no era solidaridad, sino distancia». Esto ocurrió también en el ámbito judicial. En los últimos meses de 2001, se descubrió que un comando de ETA manejaba una lista con 80 nombres de jueces. «Recibieron una amenaza
masiva y concentrada en el tiempo. Lo que me sorprendió es que las instituciones los abandonaron a su suerte», dice la autora del libro. «Lo único que hicieron fue recomendarles que variaran sus rutinas e itinerarios, y solo en unos pocos casos».
La protagonista de la novela, Isabel Robledo, es una juez que un día se da cuenta de que la están siguiendo. En los años duros aquello era una condena, y García-Franco reconstruye todas esas cautelas que ya se están empezando a olvidar: mirar siempre hacia atrás, revisar los bajos del coche, evitar quedarse a solas… «Esa misma tarde fue a jugar al pádel con la determinación de no dejar que la amenaza terrorista cambiara su vida», escribe la autora. Unas páginas más adelante, la realidad es otra: «Isabel era, aparentemente, capaz de llevar una vida normal al margen del temor a un atentado, pero un día estalló».
‘Mejor no contarlo’ está escrito en forma de ‘thriller’:la historia de la juez Isabel Robledo se entrecruza con la de un topo de ETA y, a través de ellos, García-Franco devuelve al lector el drama de los años del plomo, ahora que el Gobierno del PSOE ha decidido «blanquear» el terrorismo. «Por eso ha surgido un interés por que se cuenten las cosas como pasaron y que se sepa el daño que hizo ETA y todas las personas que ahora apoyan al Gobierno. No podemos pasar página sin contar lo que pasó, porque en el País Vasco hubo una ley del silencio. Ahora que se habla de memoria democrática… Primero contemos lo que entonces no se pudo saber porque había miedo, porque hacerlo público se podía pagar con la vida».
El éxito de ‘Patria’, reflexiona, la autora de ‘Mejor no contarlo’, ha dado pie a obras como la suya. «Desde la literatura, o desde la literatura periodística, se puede llegar más allá de lo que se hace en los periódicos. La información es cada vez más impersonal y a la gente le gusta leer historias y conocer el alma de los protagonistas. Ahora, con internet, nos estamos olvidando de esa profundidad que antes sí había en algunas crónicas. La literatura periodística, las novelas basadas en hechos reales y las series son muy interesantes para cubrir este vacío», apunta.
Los periodistas también estuvieron en el punto de mira de los terroristas. «Yo era corresponsal de ABC, un periódico enemigo para ETA. Y efectivamente aquí los informadores éramos un objetivo, pero yo no he querido contar mi historia porque siempre he tenido un cierto pudor en decirlo abiertamente. Por eso he elegido a otras personas que estuvieron igualmente amenazadas y que vivieron esas circunstancias. Los señalados sabían quiénes les estaban persiguiendo, los veían. Parece mentira la impunidad con la que se movían. ETA nunca mataba de noche, no se escondían», concluye.
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