24 noviembre, 2024
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David Foenkinos: «Cualquier persona en apariencia anodina puede esconder una historia palpitante»

No fue un bloqueo, sino fatiga de la ficción. David Foenkinos (París, 1974), uno de los autores franceses de mayor éxito en los últimos años, decidió que el argumento de su nueva novela sería la vida de la primera persona que se encontrara por la calle (que resultó ser una anciana llamada Madeleine). Partiendo de esta original premisa, las cosas se complicaron, porque esa persona era ella misma y sus alrededores, y todos acabaron por integrarse en la historia y por influir en la existencia del propio narrador. Un ‘Deus ex machina’ contraatacado. Así se construyó ‘La familia Martin’ (Alfaguara), un libro salpimentado con recuerdos, deseos, rencores y emociones perdidas que acaban por aflorar.

 al folio en blanco?

No. Es verdad que juego con cierta ambigüedad en el libro, pero lo que realmente quiero transmitir es que no quería escribir una nueva ficción, por eso me planteo ‘asaltar’ a una persona anónima y convertirla en el tema de la novela. Conversando con la gente me sucede a menudo que sus historias me parecen temas con un gran potencial, incluso hay quien me sugiere que puedo utilizar ese material, así que esta vez decidí no inventarme cosas, dejar descansar mi imaginación y contar episodios reales de personas reales.

¿Tiene alguna novela sin acabar, en punto muerto? ¿Alguna que apartó y luego recuperó?

Muchas. Han sido como encuentros fugaces y subjetivos. Es como cuando te cruzas con alguien desconocido, te causa una buena impresión y luego no lo vuelves a ver. Pero esas novelas se quedan en un embrión y normalmente no las retomo.

¿Toda persona a la que se coloca en un libro resulta novelesca?

Sí, es evidente, incluso alguien que tenga una vida aparentemente anodina puede esconder algo palpitante. Este libro es más bien lúdico, versa sobre un laboratorio de escritura y vemos al autor analizando las posibilidades de cada personaje, preguntándose si esto es interesante o no, tomando notas…

En su obra se pregunta cómo es posible sobrevivir al amor de una vida, vivir con una ausencia. Le pasa al personaje de Madeleine. ¿Ha encontrado la respuesta?

‘La familia Martin’ me ha permitido abordar muchos asuntos que me interesan, como la vejez, la adolescencia, el acoso en el trabajo, las crisis de las parejas… Cada etapa de la vida es narrativamente apasionante, pero… ¿cómo imaginar vivir durante 60 años con un recuerdo de juventud, que te amputen sus hábitos y costumbres? Bueno, no es un libro que aporte respuestas a emociones de ese tipo, pero sí interroga a los personajes sobre lo que sienten.

¿Es partidario de aprobar asignaturas pendientes del pasado?

Estoy realmente girado hacia el pasado. Éste es un libro sobre la transmisión, pero también sobre lo que no se dice. En todas las familias hay secretos, y en este caso la tarea del escritor es provocar que esos misterios se expongan. En especial para mí es muy importante hacer hablar a las personas mayores.

Una cierta tiranía del corazón suele aparecer en sus obras. Era muy evidente en su anterior novela, ‘Dos hermanas’. ¿Se considera usted un sentimental?

Depende de los momentos de la vida. De forma general, todos somos duales. Yo soy Escorpio y tengo luces y sombras, y alterno momentos de sensibilidad y sentimentalidad con otros más fríos en los que me afectan menos las cosas. Hoy más que nunca todo el mundo hace idas y venidas.

El escritor francés durante la entrevista en Madrid – ISABEL PERMUY

Usted defiende que escribir es viajar fuera de uno mismo, pero en esta novela se convierte en un actor más. ¿Qué opina de la llamada ‘literatura del yo’, de la autoficción que está tan de moda?

Si es buena, me encanta. Me gustan los escritores que hablan de sí mismos siempre que tengan algo interesante que contar. Es cierto el tópico de que la realidad supera la ficción. Me considero totalmente un escritor de ficción y, por primera vez, voy a someterme a la potencia de los hechos. Aunque me divierte que en mi caso nadie pueda comprobarlos.

Leemos: ‘El mundo occidental en que vivimos ha convertido la crisis en un eslogan todoterreno’. Dejando al margen la pandemia, que admite pocas interpretaciones exageradas, ¿tenemos motivos para quejarnos?

Creo que en Europa hemos estado muy protegidos, incluso en este periodo tan difícil. Por eso estar en contra de las vacunas me parece increíble. Que tengamos la suerte de contar con ellas mientras otros países están sufriendo es hasta indecente. Pero sí, hemos adoptado las crisis como eslogan de la modernidad: está la crisis de la juventud, la de los 40, de los 50…. Así que… ¿en qué momento no estamos en crisis?

«Me gustan los escritores que hablan de sí mismos siempre que tengan algo interesante que contar»

¿Es en los personajes adolescentes donde ha encontrado más dificultades? ¿Tienen ellos más derecho a quejarse?

He hecho tal cual la pintura de mi hijo. Intentar que hable un adolescente es tan difícil como resolver la pandemia de la covid. He querido que mi escritor se enfrente a ese silencio, a esa falta de interés.

Su narrador es un entrometido.

Cierto. Pero para recibir hay que dar, y eso trae consecuencias. El escritor lleva por mal camino a los personajes y se convierte él mismo en tema de su libro. Todas las vidas van a verse modificadas con este proyecto, incluso la suya.

¿Cuando acaba un libro se despide para siempre de sus personajes o siguen con usted y se le aparecen como fantasmas?

Les digo adiós. El único libro donde tenía ganas de seguir con ellos fue ‘La delicadeza’, tal vez ayudó el hecho de hacer una película. Para mí escribir una novela es como completar un ciclo educativo, al llegar al final los personajes son adultos y viven su vida en la mente de los lectores.

¿Se ha ‘enamorado’ de alguno de sus personajes hasta el punto de desear que existiera realmente?

Tengo que reconocer que hay personajes que me despiertan cierta ternura. Me gusta, por ejemplo, el periodista depresivo de ‘La biblioteca de los libros rechazados’. O el Antoine Duris de ‘Hacia la belleza’.

Sus libros son muy cinematográficos.

Veo en esto una buena señal, porque para mí la novela debe aportar imágenes. Todas deberían ser cinematográficas. He publicado libros que se han convertido en películas, aunque para mí no es una obsesión. Incluso prefiero que la ‘película’ se quede en la mente del lector, que sea capaz de construir esas imágenes en su cabeza.

Es un apasionado del jazz y escribió una biografía de John Lennon. La música es un referente en su vida, como el arte. En su última novela habla de la llegada de Nirvana como de una ‘deflagración’. Precisamente acaban de cumplirse 30 años de la publicación de ‘Nevermind’ .

Creo que a lo largo de la historia se han producido pocas revoluciones en la creación artística y musical, tal vez algunas más en la literatura. Me refiero a auténticas revoluciones, no a evoluciones. Sin embargo, cuando llegó Nirvana con ‘Nevermind’ nunca se había escuchado ese tipo de música, ese rock un poco ‘sucio’ o ‘bruto’, y fue increíble vivirlo. Eso sucede raramente. Fueron únicos.

¿Tiene ideas para su próxima novela?

Está acabada, se publica en enero en Francia. Es sobre el ‘casting’ de las películas de Harry Potter. Se presentaron centenares de actores para el papel principal y al final se seleccionaron dos. Pensé: es de locos ser el ‘no elegido’, ese chico rozó una experiencia increíble y toda su vida va a ver el éxito del otro. Merece la pena contar su historia.

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