Narrada desde el registro fresco pero lúcido de una quinceañera, “Del color de la leche”, de Nell Leyshon, es una novela con potencia de clásico que cuenta la dolorosa historia de vida de Mary, una biografía situada en el siglo XIX que se resuelve gracias al poder transformador de la escritura y que involucra al lector en la ambivalencia de la esperanza y la rabia, en la medida que los abusos narrados tienen un claro eco contemporáneo.
Si bien el libro se publicó en 2012 en Inglaterra, llegó a las librerías españolas en 2014 con el sello Sexto piso y traducción de Mariano Peyrou y prólogo de Valeria Luiselli y ahora está disponible en Argentina.
Leyshon nació en Glastonbury en 1962. Novelista y dramaturga feminista, estudió Arte y trabajó como productora en televisión antes de dedicarse a la escritura de forma tardía, un oficio que abrazó recién tras el nacimiento de su segundo hijo.
Galardonada con el Premio Evening Standard Theatre por su obra teatral “Comfort me with apples”, algo así como “consiénteme o consuélame con manzanas”. De aquellos años como dramaturga quedó un registro que la inscribió en la historia del teatro de su país: “Bedlam” fue la primera obra escrita por una mujer representada en el Shakespeare’s Globe. Ambientada en un famoso manicomio del siglo XVIII que da nombre a la obra, “Bedlam” es la historia de cómo una institución cruel e inusual comienza a desmoronarse, tras la llegada de una modesta campesina.
“Del color de la leche”, su tercera novela publicada, fue elegida como Libro del Año en 2014, el mítico galardón que anualmente entrega el Gremio de Libreros de Madrid. Según el fallo, se trataba de un texto “lleno de belleza y espanto”. “Al premiar este título, los libreros queremos ser voz de todos aquellos que quedan fuera de los libros de historia”, sostuvieron, en sintonía con la idea de que “Del color de la leche” es un reconocimiento a los despojados del mundo que finalmente hacen oír su voz.
La historia de la protagonista de ese libro fue escrita en solo tres semanas y algo de esa urgencia en el registro sobrevivió al primer bosquejo y quedó en la versión final.
El relato, con una trama aparentemente sencilla, revela de a poco la complejidad que esconde el don de la palabra. Mary es una joven campesina inglesa del siglo XIX para quien el destino parecía escrito de antemano: condenada a obedecer a un padre, a un patrón y al analfabetismo.
Pero Mary -que tiene el pelo blanco como la leche y de ahí el título de la novela- es impulsiva y dice siempre lo que piensa. Carga desde su nacimiento con una lesión en una pierna que la hace renguear y por eso es débil para el trabajo duro de la vida en el campo. Tras instalarse en la casa del vicario para cuidar a su mujer enferma, él le enseña a leer y escribir y son las palabras la que la liberan de un secreto doloroso y un destino de brutalidad. La novela avanza y Mary no deja de recodarnos que éste es su libro, su historia y que lo está escribiendo.
“’Este’ es mi libro y estoy escribiéndolo con mi propia mano. ‘en’ este año del señor de mil ochocientos treinta y uno yo todavía estoy sentada al lado de mi ventana. ‘el’ viento entra por las grietas del marco”, relata Mary y la escritura de Leyshon da cuenta, desde la forma, de la candidez de la protagonista: “estoy cansada de hacer esto y me duele la muñeca. ‘pero’ me prometí a mi misma que escribiría la verdad y las cosas que pasaron. ‘eso’ es lo que voy a hacer. ‘y’ mi pelo es del color de la leche”, promete y en ese uso de las minúsculas la autora también deja su marca.
“La voz singular de la narradora de estas páginas cobra vida desde las primeras líneas, se sostiene como una cuerda cada vez más tensa a lo largo del relato y permanece como un eco que regresa y regresa incluso después de haberlo terminado”, sostiene en el prólogo Valeria Luiselli, una de las principales voces de una generación de escritores que vive entre América Latina y Estados Unidos, y considera que la voz de Mary funciona como “un ejemplo de todas las voces silenciadas”.
Cuenta además, que si bien llegó al libro por casualidad, tuvo la oportunidad de compartir una mesa con Leyshon cuando aún no había accedido a su obra. Luiselli propone una lectura a la luz de las injusticias y la violencia que a lo largo de la historia ha recaído sobre las mujeres y, en ese giro, propone una mirada que sale de lo estrictamente biográfico para iluminar una mirada sociológica: “Sigue siendo pertinente preguntarse por la relación entre el poder y la escritura como forma individual de resistencia. El libro de Leyshon es tal vez más cercano a nosotros de lo que parecería a primera vista”.
Leyshon, quien creció en Glastonbury, cree que provenir de ambientes miserables y violentos sí determina el destino. “No elegimos la situación en la que nacemos, pero sin duda nos forma. Dicta lo que comemos, cómo hablamos, qué clase de educación tenemos o si acaso tendremos alguna, si conseguiremos un buen trabajo o sólo quedaremos atrapados en un círculo de ganar lo suficiente para pagar por comida y una cama, y hasta dicta qué tanto tiempo viviremos”, dijo en una entrevista publicada en la revista Gatopardo.
Y los personajes de los márgenes sociales, como la protagonista de “El color de la leche”, son una característica común de sus libros. “Para muchos, es imposible sobreponerse de tal origen. Lo que me parece importante recordar es que la mesera, la sirvienta, el barrendero, todos tienen el potencial para ser tan inteligentes y talentosos como cualquier otro”, razonó en una advertencia que también es una defensa del potencial de Mary, la niña de 15 años con el pelo blanco como la leche.
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