Madrid Actualizado: Guardar
«Rescatar capítulos olvidados de la Historia del Arte que necesitan un relato. Eso es lo que los museos tienen que hacer». Es la declaración de principios de Manuel Borja-Villel, director del Reina Sofía, empeñado desde hace más de una década en contarnos ese otro relato que está en los márgenes del canon y fuera de las capitales artísticas: París y
Nueva York. En esta ocasión, el objeto de investigación ha sido el arte gráfico, minusvalorado por su anacronismo (a priori, un medio anticuado, pasado de moda, en la era tecnológica) y que no ha gozado de mucho prestigio, al que el Reina Sofía dedica este año dos exposiciones, a modo de díptico. Desde hoy, y hasta el
29 de agosto, puede visitarse la primera parte, la más histórica. La segunda se centrará en el giro gráfico más contemporáneo.
Lo primero que llama la atención paseando por las salas, donde cuelgan más de 450 obras (es una exposición muy ambiciosa), es que no hemos aprendido nada de los errores del pasado y que la historia es cíclica: se repite una y otra vez. Muchas de las imágenes expuestas recuerdan demasiado a lo que está ocurriendo estos días en Ucrania, tras un mes de invasión rusa: bombardeos, combates, trincheras, heridos en los hospitales, muertos en las calles, millones de refugiados y exiliados… Y eso que ha pasado casi un siglo desde que Otto Dix reflejara los traumas de la I Guerra Mundial en una carpeta de 50 grabados en los que aborda la contienda al estilo de los ‘Desastres de la Guerra’ de Goya. Sus impresionantes estampas son, por desgracia, de rabiosa actualidad.
Como también lo son las protestas raciales de Elizabeth Catlett en 1970, cuyo ‘Black is Beautiful’ recuerda al ‘Black Lives Matter’, movimiento en favor de los derechos raciales que renació tras el asesinato de George Floyd. Igualmente, el arte gráfico del siglo XX refleja las reivindicaciones de los derechos de las mujeres y de los indígenas, el ascenso de los fascismos, las revueltas de los campesinos… Temas que hoy, como entonces, están a la orden del día. Basta con ver las manifestaciones del sector de la agricultura, la ganadería y el transporte estos días en nuestro país o el ascenso de los partidos de ultraderecha en Europa.
El arte gráfico como el arma política y de reivindicación social más afilada y eficaz en la primera mitad del siglo XX en Alemania y México centra esta interesante exposición, cuyo origen se halla en un seminario en la Universidad de Harvard. Benjamin H. D. Buchloh, profesor de la misma, ofreció el proyecto a directores de museos alemanes, pero lo rechazaron. Sí lo acogió el Reina Sofía con Buchloh y Michelle Harewood como comisarios. Ambos han llevado a cabo una exhaustiva investigación sobre este momento de la Historia del Arte no suficientemente estudiado y han conseguido préstamos de importantes colecciones: el Metropolitan de Nueva York, el Pompidou de París, el Art Institute de Chicago, la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos…
El recorrido arranca con dos figuras del grabado de finales del XIX y principios del XX: el mexicano José Guadalupe Posada (1852-1913) y la alemana Käthe Kollwitz (1867-1945), muy alejados el uno de la otra. El primero, al que se ha llamado ‘el Warhol y el Walt Disney de la época’, realizaba mordaces caricaturas políticas sobre la Revolución mexicana, anuncios publicitarios, panfletos, viñetas en periódicos, siempre dirigidos al gran público, con un gran sentido del humor y usando la calavera, icono de México, como marca de la casa. Despertó el interés de Eisenstein, Breton, Diego Rivera… Murió alcoholizado y pobre. Kollwitz, por su parte, procede de una tradición académica más clásica (Durero, Rembrandt). Se centró en la vida de las mujeres y, tras la muerte de su hijo, abanderó el pacifismo. Ambos dejaron una huella en el arte gráfico político de Estados Unidos, China y la antigua URSS.
La exposición continúa con un espléndido espacio dedicado al expresionismo alemán durante la I Guerra Mundial y la posguerra (a Otto Dix se suman Max Beckmann y George Grosz) y seis salas sobre la labor del Taller de Gráfica Popular (TGP) de México, un colectivo fundado en 1937 de apoyo a causas sociales y políticas. Artistas afroamericanos como Margaret Taylor-Burroughs, John Woodrow Wilson y Charles White se refugiaron en México durante la era McCarthy.
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