A horas de cumplirse 46 años del último golpe cívico militar, Jorge Areta, hijo del poeta Joaquín Areta, detenido desaparecido durante el Mundial de 1978, presentó su libro “El hijo del poeta” en la Biblioteca Nacional, acompañado por el ministro de Interior Eduardo “Wado” De Pedro quien, emocionado y con su mujer y su hija entre los asistentes, felicitó al autor “por su valentía” al contar en este libro “una de sus verdades”.
“La memoria no es algo estático, se va armando de todo esto que construimos. De la muestra poética de la memoria que está abajo, de esta presentación, de la marcha de mañana acá y en Mar del Plata”, destacó Areta, quien editó anteriormente dos libros de su padre, mientras que en esta ocasión acaba de publicar el suyo. La muestra a la que hizo referencia es “Hijxs. Poéticas de la memoria”, que indaga sobre la producción artística de la generación de los hijos de desaparecidos y se puede ver en la Biblioteca Nacional con entrada libre y gratuita.
El autor y De Pedro presentaron la obra en una especie de living que se armó sobre el escenario con dos sillones y una mesa ratona y el evento se enmarcó también en la semana de la poesía, cuyo día de celebración mundial es el 21 de marzo.
Entre las poesías de su padre que Areta editó se encuentra “Quisiera que me recuerden”, que fue leída por el expresidente Néstor Kirchner en 2005, en el marco de la Feria del Libro de ese año, al presentarse la obra “Palabra Viva”, una recopilación de textos de escritoras y escritores desaparecidos durante la dictadura militar. El video del expresidente leyendo ese poema se compartió muchas veces después de su muerte en redes sociales, homenajes y actos conmemorativos.
En el auditorio Jorge Luis Borges y en un clima emotivo e informal, el autor explicó que había convocado al actual ministro de Interior, hijo de Enrique De Pedro -que militaba en la JP y en Montoneros y fue asesinado por el Ejército- y de Lucila Révora, quien embarazada de ocho meses fue secuestrada en su casa el 11 de octubre de 1978 por un grupo de tareas y llegó sin vida al centro clandestino de detención conocido como El Olimpo, porque era “un orgullo” y lo admiraba.
“¿Por qué Wado? Es un orgullo. La admiración es mía. No es algo que me pase con todos los hijos de desaparecidos pero sí con algunos. He sido bastante inorgánico en mi manera de militar porque también es una manera de ponerme en otro lugar que de los militantes de los 70. Esa fue mi manera: no ser orgánico”, expresó Areta.
El autor contó que con De Pedro se conocieron en H.I.J.O.S pero él siempre estaba “al fondo” y recordó que la primera vez que lo vio hablando en la televisión sintió “una identificación muy fuerte”. “Yo lloraba y lloraba. Por eso Wado, gracias”, le dijo al exdiputado nacional.
Areta dijo que publicaba ahora este libro porque necesitaba encontrarse “con esa honestidad tan íntima que es de lo que se nutre lo que uno escribe. Siempre ir para ahí y por eso ahora, siempre es un buen momento para soltar cosas y para ser honesto con uno”.
Por su parte, De Pedro agradeció la convocatoria a participar de la presentación y confesó que hacía mucho que no leía un libro de poesía: “(Mario) Benedetti habrá sido el último, allá por el 97”.
“Te quiero felicitar por la valentía, me gustó poder acompañarte en este día”, manifestó y dijo que al igual que Areta, también tuvo “la suerte” de tener compañeros de su padre que “fueron haciendo el puente, el puente que a uno le faltó: la presencia del padre, gestos, cosas”.
En ese marco De Pedro resaltó que cuando se acercó a militar en H.I.J.O.S. “hubo una explosión muy linda de la memoria” y estuvo “un mes o dos leyendo mucho, todo lo que iba recolectando y analizando de lo que iba pasando en esa época”.
“El modo que encontré de sacar todo lo que me estaba pasando fue un cuaderno lleno de esa catarsis donde uno vuelca muchísimas cosas que son muy fuertes para el otro, para la otra. Y quizás también vuelca en un papel para que no se vaya, para tenerlo ahí”, enfatizó.
El ministro del Interior dijo que “estos procesos tienen que ver con la búsqueda, con resolver procesos, con la historia y la Argentina que llevan a avanzar con entusiasmo, a frenar, a tener dudas”. Y sostuvo: “Somos eso también. Somos personas que pelean constantemente con esa búsqueda de ‘ser los hijos de’. Tener 45 años implica una búsqueda, una decisión, implica un deseo muy fuerte por lo que hacemos y está muy bien haber tenido dudas, si lo que hacemos es mandato o no, si estamos haciendo algo porque es parecido a lo que hacían nuestros viejos o simplemente somos parecidos”.
Al finalizar, De Pedro leyó uno de los poemas del libro de “El hijo del poeta”: El Oficio.
“Lo que pasa últimamente
con mi oficio de poeta
es que tengo que andar
parando
a llorar en todos lados
quebraándome a cada rato
pensando para atrás
buscando en los costados
para poder
seguir andando”.
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