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Más allá de sus poderes, la gran habilidad de Spiderman, que estrena mañana el último capítulo de la trilogía protagonizada por Tom Holland, siempre fue su cercanía. El superhéroe, ‘amigo y vecino’, cautivó a todos porque era algo distinto, e inédito, para el público de los años sesenta y setenta. No se parecía a Superman ni tampoco a Batman, los grandes nombres de DC. El hombre araña de Marvel también llevaba traje pero cubría su cara, era un adolescente y no un adulto y, sobre todo, además de un ‘cerebrito’, era un perdedor.
«La gente odia a las arañas», «los adolescentes más populares del instituto han de ser los personajes principales y no una mera comparsa del protagonista»,
«el héroe debe ser glamuroso, no un perdedor sin amigos como Peter Parker». Cuando en 1962 Stan Lee y Steve Ditko presentaron el personaje, su jefe, el editor Martin Goodman, puso todo tipo de objeciones. Pero Stan Lee, poco dispuesto a dar su brazo a torcer, supo insistir sobre la viabilidad del personaje, aunque también se vio favorecido por la familia, ya que el editor era su primo político. Al final, accedió a darle una oportunidad a su insólito héroe en ‘Amazing Fantasy’, una publicación moribunda por sus exiguas ventas, cuya cancelación ya estaba programada. Contra todo pronóstico, con Spiderman en la portada en su debut en las viñetas, el número 15 de esta revista alcanzó en 1962 el primer lugar de la lista de los cómics más vendidos de la editorial. El resto es historia.
La grandeza conceptual de Spiderman es que rompe con todos los moldes preestablecidos del género, creando un personaje tan moderno que, esencialmente (aunque con matices), es el mismo en 2021. Ya ha pasado más de medio siglo. El introvertido Peter Parker, el tímido adolescente invisible para las chicas y apasionado por la ciencia, acabó poniendo de moda el arquetipo del ‘nerd’ décadas antes de que la serie ‘The Big Bang Theory’ lo popularizara. Y, precisamente, es esa capacidad para que todo aquel que se sintiese diferente pudiese identificarse con Peter Parker lo que le permitió conquistar el corazón de toda una generación de lectores de tebeos, creando una de las fidelidades más férreas de la historia del noveno arte.
Nostálgicos y curiosos
Para alborozo de nostálgicos coleccionistas y nuevos lectores curiosos que quieran conocer el auténtico origen del superhéroe arácnido, la editorial Taschen acaba de sacar al mercado ‘The Marvel Comics Library. Spider-Man. Vol. 1. 1962–1964’, que coincide con el estreno de una nueva aventura arácnida en la gran pantalla. Una especie de ‘biblia’, no solo por el grosor de la publicación (que también, dado que tiene 698 páginas dedicadas íntegramente al trepamuros), sino por la calidad y complejidad que la convierten en la edición de referencia por antonomasia de todas las que se han realizado hasta la fecha sobre la primera etapa de este cómic.
En ella se recogen las 21 primeras historias del arácnido más famoso de la historia del cómic publicadas entre 1962 y 1964. Corresponden a la etapa del personaje con guiones de Stan Lee y dibujos de Steve Ditko y, dado que la medida de la grandeza del héroe se mide por la de sus antagonistas, los editores no olvidan incluir en este volumen una nutrida galería de ilustraciones de Ditko de toda una serie de villanos creados por él para enfrentarse a Spiderman. Aparecen enemigos clásicos del hombre araña como el Dr. Octopus, Electro, Lagarto o Duende Verde, todos ellos presentes también en la última versión cinematográfica del hombre araña.
Los aficionados más acérrimos pueden descubrir detalles hasta la fecha inéditos o casi desconocidos en torno al trabajo de Steve Ditko, desde sus primeros bocetos al logo original de Spiderman, que el historietista diseña simulando un tejido de tela de araña y que tanto se aleja del que finalmente luce en la portada del n.º 15 de ‘Amazing Fantasy’. Este primer volumen emula a un facsímil, acercándose con una fidelidad asombrosa a la edición original americana; pero también reproduce con gran detalle las planchas a lápiz y tinta dibujadas por Ditko.
Para lograr el primer objetivo, Taschen ha recurrido a colecciones privadas como la de Shelton Drum, escaneando los ejemplares de la primera edición de este cómic; ajustando y mejorando el resultado de las copias obtenidas por este procedimiento con las más modernas técnicas digitales.
También ha recurrido a múltiples coleccionistas que atesoran planchas originales de Ditko, consiguiendo reproducirlas en este volumen con todo detalle. La edición está limitada a 5.000 ejemplares, pero Taschen ha preparado otra de tan solo 1.000 ejemplares numerados, con tapa dura y cubierta de aluminio Chroma Luxe impresa en el lomo de piel sintética.
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