El atentado ocurrió a fines de marzo de 1845.
Juan Manuel de Rosas, el eterno héroe-villano de la historia argentina, fue gobernador de Buenos Aires en dos períodos: 1829-1832 y de 1835-1852, de sus casi 30 años ininterrumpidos en el poder ganó una larga lista de enemigos, unitarios en su gran mayoría, cuya ideología iba en dirección contraria a lo que su federalismo promulgaba. De esa acérrima rivalidad quedaron intentos por derrocarlo y hasta de asesinarlo como en 1841. La historia y cómo se salvó.
Transcurría el año 1841 del día 27 de marzo cuando Manuelita Rosas, hija y secretaria del gobernador, recibió la correspondencia como todos los días. De todos esos sobres y paquetes notó uno que le llamó la atención: era una caja remitida por la Sociedad de Anticuarios del Norte cuya sede estaba en Dinamarca y que decidió llevársela a su padre sin entender muy bien de qué se trataba. Pasó un día y Rosas la dejó a un costado, Manuelita curiosa pidió que la abra y este le dijo que se la lleve para que pueda quitarse la curiosidad que llevaba encima. Lo que encontraría superaría cualquier relato que décadas después escribiría Agatha Christie.
Juan Manuel de Rosas.
Actualmente la caja es exhibida en el Museo Histórico Nacional.
Al abrir el paquete la hija del gobernador se encontró con una caja que contenía una llave y una carta con instrucciones para abrirla. Manuelita introdujo la llave, la hizo girar y escuchó un ruido metálico que la alertó para decidir cerrarla y llevársela a su padre para que le quite la duda. Rosas levantó la tapa para lograr ver su interior: eran 16 cañoncitos cargados con balas, distribuidas en forma circular con sus gatillos unidos por un alambre que al abrirlo debían disparar al instante. Pero el mecanismo falló, provocando una carcajada del Restaurador.
Tiempo después se sabría que el paquete no fue otra cosa que un atentado perpetuado en Montevideo por un grupo de unitarios exiliados. El operativo estuvo a cargo de José Rivera Indarte -un fanático unitario- quien logró hacerse del mencionado paquete, que había llegado a principios de marzo a la capital uruguaya, luego de recibir información de empleados antirrosistas del Ministerio de Relaciones de Exteriores. El poeta lo llevó a un taller para cambiar las medallas que originalmente tenía por aquel mortal cargamento sin que nadie se diera cuenta.
Rivera Indarte.
El fallido atentado solo hizo que se dupliquen los homenajes, misas, funciones teatrales y brindis en honor a Rosas. La caja estuvo por un largo período expuesto en la casa del Ministro Felipe Arana, años más tarde Manuelita recordaría este episodio en una carta a Adolfo Saldías: “¡Oh! ¡cuánta demostración de simpatía nos dedicaron en esos días, tanto nuestros compatriotas como los extranjeros! Jamás lo olvidaré”.
Manuelita Rosas.
El objeto en cuestión, con el tiempo bautizado “máquina infernal”, se encuentra hoy expuesto en el Museo Histórico Nacional ubicado en pleno corazón de San de Telmo en Plaza Lezama. En cuanto a Rosas confiere, deberían pasar casi 11 años para que sus enemigos lograran derrocarlo en la famosa Batalla de Caseros del 3 de febrero de 1852.
Un dato a agregar: las vueltas del destino quisieron que años después Domingo Sarmiento, uno de sus mayores críticos, también sufriera una emboscada cuando era presidente y que pudo acabar con su vida. Pero esa, esa es otra historia.
Por Yasmin Ali
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