“Una historia épica” da título a la muestra montada en la Embajada de Argentina en Estados Unidos con fotos digitalizadas de las jóvenes maestras estadounidenses que Domingo Faustino Sarmiento convocó cuando era presidente, en el siglo XIX, para construir la escuela pública nacional, las mismas cuya historia recuperó la escritora Laura Ramos, quien colaboró con los textos de esta exposición y es autora de la premiada novela “Las señoritas”, que testimonia esta experiencia.
En la misma mansión donde Sarmiento fue embajador, tres paneles con códigos QR guardan la información de las fotos digitalizadas, 45 en total, y de los mapas que señalan las procedencias de las maestras y los pocos maestros, 65 la delegación completa, convocados por el autor de “Recuerdos de provincia” cuando era presidente para fundar el sistema educativo argentino, obligatorio y gratuito, que hoy persiste.
Las fotos son de 40 docentes. Ramos escribió las biografías de cada una y contó la historia de varias. Mary Graham, la gran pedagoga de San Juan y La Plata; las “hermanitas Atkinson”, que también enseñaron en San Juan -una de ellas enfermó de fiebre tifoidea y murió dos años después en Estados Unidos, la otra se convirtió en una sufragista e importante militante feminista-; Frances Armstrong, apedreada por protestantes en la Córdoba católica; o Mary Morse y Margaret Collord, quienes formaron una pareja a lo largo de 53 años en Mendoza, donde están enterradas juntas.
“Nuestro objetivo fue restaurar y poner en valor, a través de la digitalización, este patrimonio de fotografías históricas que muestra una etapa muy singular de nuestro país, poniéndolo al alcance de toda la comunidad que quiera conocerlo, así como de visibilizar un capítulo interesante de las relaciones bilaterales entre Argentina y Estados Unidos”, explica el embajador Jorge Argüello.
Cualquiera que visite el antiguo edificio de mármol y piedra caliza del 1600 de la avenida New Hampshire, una de las construcciones de la Washington moderna, podrá acceder a la muestra permanente que desde ahora forma las propuestas culturales de la embajada argentina en el barrio de Dupont Circle, aunque la cita previa será indispensable, a través del correo electrónico [email protected]. Con ella cada visitante contará con un horario y fechas singulares.
Albergando historias como las de Clara Allyn, quien viajó a Argentina en 1878 como ayudante de su hermana Frances en Paraná, Entre Ríos, la sala donde está la biblioteca se suma al recorrido previsto para visitas guiadas, que hace años conformaban el ya clásico salón de los embajadores, donde está otra vez la figura de Sarmiento, y el salón de Evita, donde se repasan los logros más emblemáticos de Eva Duarte como líder social, entre otros, el voto femenino.
“Entre 1869 y 1898, 61 maestras y cuatro maestros estadounidenses fueron contratados por el gobierno local para viajar a Argentina y establecer escuelas normales en las regiones más remotas e inhóspitas del país”, resume el texto curatorial sobre esta muestra.
Décadas atrás, cuando exiliado en Chile viajaba por Estados Unidos y Europa para estudiar sus sistemas educativos a pedido del gobierno chileno, Sarmiento había conocido a la maestra y escritora Mary Tyler Peabody Mann -de quien luego se volvería amigo íntimo-, y a su esposo, el filósofo, reformador, educador y político Horace Mann, impulsores ambos de la educación popular estadounidense, que nutrió al sistema de escuelas públicas, obligatorias y gratuitas que luego funcionó en Argentina, e incluso a muchas escuelas privadas fundadas en el país luego de la experiencia de las maestras sarmientinas.
Auspiciada por YPF, la muestra forma parte de las actividades propuestas por la empresa para celebrar sus 100 años de vida. La exposición realizada con apoyo del Ministerio de Cultura de la Nación, incluye una proyección también hecha en colaboración con la escritora y periodista Laura Ramos, autora de “Ciudad paraíso” y “Buenos Aires me mata”, emblemáticas columnas de contracultura urbana que publicaba en diario Clarín en los 80 y 90, modernizando esa narrativa y acercándola al público masivo.
Ramos publicó precisamente en julio pasado “Las señoritas. Historia de las maestras estadounidenses que Sarmiento trajo a la Argentina en el siglo XIX” (Lumen), un libro en el que documenta la experiencia a través de un minuciosos trabajo de campo que incluyó la recorrida por archivos de museos históricos, cementerios de provincias y universidades que le permitieron contar los vínculos, secretos y el arraigo de las protagonistas de esta gesta que marcó el rumbo de la educación argentina.
Mary Mann -responsable de la primera traducción de “Facundo” al inglés, obra emblemática de Sarmiento-, “enseñó en la escuela más reformista y revolucionaria de Boston, que fue cerrada por aceptar a un niño negro. Ella trabajó tanto como su esposo en la lucha por la educación pública de Estados Unidos, de hecho fue un personaje fundamental para la implementación del proyecto de Sarmiento en la Argentina”, explica a Télam la escritora, cuyo libro fue recientemente galardonado por el Premio de la Crítica de la Fundación El Libro.
Esas maestras, a pedido de Sarmiento, debían ser jóvenes, atractivas, cultas, de buenas familias, con buenos modales y saber hacer gimnasia. Eran educadoras que venían de familias ilustradas que habían perdido sus fortunas en la Guerra de Secesión. Muchas regresaron a Estados Unidos cuando expiraron sus contratos: Nueva York, Pennsylvania, Maryland, Virginia, Ohio entre otros lugares, pero unas 22 profesoras se establecieron en Argentina y a lo largo de casi 30 años crearon o reorganizaron 18 escuelas de formación de maestras, escuelas primarias y jardines de infancia, una tarea extraordinaria que cambió para siempre el sistema educativo argentino.
“Tuve que identificar a cada una de las maestras cuyas fotos estaban en la embajada, todas mezcladas, con alguna foto que no correspondía, con muchas fotos de la misma maestra en distintas épocas de su vida que tenían nombres equivocados, o mal escritos -dice Ramos-. La primera tarea fue ordenar, descartar y agregar”.
¿Cómo impactó esa mayoría abrumadora de mujeres a la hora de sentar las bases de lo que sería el sistema educativo argentino? ¿Qué características vinculadas a lo que hoy llamamos perspectiva de género y feminismo, aunque sea sin conciencia de ello, le imprimieron a ese sistema? “Todas ellas, excepto tal vez una respondían al modelo de nueva mujer norteamericana, independiente, luchadora, sufragista, que no dependía de nadie más que de sí misma para vivir”, dice Ramos.
“Varias fueron proto feministas a conciencia -dice la escritora-, como Graham, que cruzó los Andes en mula, enseñó a sus alumnas a debatir y rechazaba a los preceptores en sus clases -decía que eran para los estúpidos que no se podían gobernar a sí mismos-; como las maestras de Mendoza que formaron una pareja desafiando las costumbres de la época; como Atkinson, que se hizo feminista a su vuelta a Estados Unidos”.
El proyecto -que duró 29 años y se extendió hasta 1898, 10 años después de la muerte de Sarmiento, atravesó el debate entre el laicismo escolar y la enseñanza católica obligatoria, iniciado en el Congreso Pedagógico de 1882, que culminó en 1884 con la sanción de la ley 1420 de educación común para la Capital federal y territorios nacionales.
La oposición de la Iglesia, entonces, fue más allá del protestantismo de las maestras convocadas por Sarmiento, que no sólo llegaron a un país que estaba construyendo su sistema educativo, era el país mismo el que estaba construyendo. Ellas no sólo ayudaron a levantar escuelas con sus manos, tuvieron que defenderlas de la oposición eclesiástica que veía en su laicismo, con razón, una pérdida de poder, y de las luchas que con sangre se disputaban en las provincias.
Son esas historias individuales las que recupera hoy la embajada argentina en Washington, tejiendo una red común y mayor que habla tanto de la idiosincrasia y la historia política y cultural de la Argentina como de los Estados Unidos.
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