En “Solo vuelo en tu caída”, la escritora boliviana-venezolana Magela Baudoin condensa una novela tan breve como intensa que ronda la tragedia y el duelo a partir de la muerte inesperada de un joven de 14 años y la ausencia que deja en la familia: “Hay algo mucho más inevitable que la muerte y es el amor. Tal vez es eso lo que queda como sedimento”, dice la autora.
Nico está muerto, cayó por la ventana de su departamento. Uno de sus cuatro hermanos, Héctor, se consuela imaginando que antes de su caída hubo un vuelo. Busca la belleza en el recuerdo de su hermano. Filis, la más chica de todos, fue quien lo vio desde la ventana del noveno piso, pero nunca nadie le preguntó nada. Desde entonces, ha quedado casi enmudecida. La muerte de Nico convoca a la prensa morbosa ¿suicidio? ¿accidente?, mientras tanto esa familia numerosa intenta sobrevivir al hueco hondo que estalla con su pérdida, como si todos, en definitiva, estuvieran transformando en vuelo sus caídas.
Con ilustraciones de la acuarelista Alejandra Alarcón, “Solo vuelo en tu caída” fue publicado en Argentina por Odelia Editora en su colección Atómica de libros pequeños y muy potentes. El título de Magela Baudoin no llega a las cien páginas y su lectura es desafiante porque construye un crisol de voces y perspectivas: el padre, la madre, los hermanos. La familia está derrumbada, pero entre todos se impone una suerte de red de familia, en la que en conjunto intentan asimilar la pérdida, aunque a veces esa gestión del cuidado no sea claramente pronunciada como un propósito familiar.
Con un pie en Estados Unidos y otro en Bolivia, cuenta que está en la recta final de un doctorado en literatura, “pensando ya en regresar”(FW)
El texto, que en nuestro país toma la forma de nouvelle o novela corta, forma parte del libro de relatos “Vendrá la muerte y tendrá tus ojos” que se editó en Bolivia en 2021 y un año antes, en 2020, fue finalista del Premio Ribera del Duero en 2022. “Estoy muy contenta de volver a publicar en Argentina, donde existe una importante tradición alrededor de la nouvelle, que para mí es una forma fascinante y, si se quiere, muy sudamericana”, confía a Télam Magela Baudoin.
El libro parte de ese tiempo en el que la tragedia destruye la vida de una familia con el peso de lo insoportable, algo tan inenarrable como la muerte de un hijo, un hermano, un compañero de colegio, adolescente: coral, como un caleidoscopio, en esta brevísima nouvelle Baudoin atrapa el dolor de cada uno y la forma en que intentan sobrellevar la pérdida haciendo memoria, llamando al recuerdo, llenando de imágenes el vacío. Un padre que revuelve cajas para encontrar rastros de su hijo muerto, dos hermanos mayores que en entre tragos se confían el abismo en el que están, otra hermana mayor que cuida y acompaña a la menor, aquella que terminó empapada en sangre cuando bajó corriendo para buscar a su hermano.
Escritora, periodista, editora, Baudoin se define como boliviana-venezolana. Con un pie en Estados Unidos y otro en Bolivia, cuenta que está en la recta final de un doctorado en literatura, “pensando ya en regresar”. Es autora de “Mujeres de Costado”, “El sonido de la H” o “La composición de la sal” y además junto a Giovanna Rivero y Mariana Ríos dirige la editorial Mantis que publica escritoras hispanoamericanas dentro y fuera de Bolivia y sus títulos circulan en Bolivia, México, España y Estados Unidos.
-Télam: “Solo vuelo tu caída” presenta una condensación del drama y el duelo, un meticuloso trabajo del lenguaje, de recursos y formas y una paleta de personajes distintos que forman parte de esta gran familia mientras intentan asimilar la pérdida. Se constituye por momentos como un laboratorio de miradas y perspectivas ¿cómo lo trabajaste?
-Magela Baudoin: Hay muchas cosas que uno no sabe cuando está escribiendo y otras que aparecen como certezas crepusculares. Desde el principio, yo sentía que el enigma de “Solo vuelo en tu caída” no era la muerte del niño de la familia, en sí misma, sino el vacío alrededor de ella, el hecho de que nunca nadie hablara o se preguntara cosas obvias, porque el imperativo era “sobrevivir”, no saber. Este hueco, que con el pasar de los años se vuelve insondable, es una fuerza centrípeta y centrífuga con la cual batallan cada uno de los miembros de este clan devastado, que quiere seguir manteniendo sus partes unidas, pero que está fatalmente roto. Entonces, lo que ocurrió es que se me armó un concierto saturado de voces y en el centro una gran soledad.
Y aparece la necesidad de encontrar belleza en el dolor, ese vuelo en la caída…
Hay algo mucho más inevitable que la muerte y es el amor. Tal vez es eso lo que queda como sedimento después de una tragedia como esta y es lo que lees como belleza.
A través de esta numerosa familia, vemos cómo el dolor toma formas y modos distintos de encarnizarse en cada personaje (desde silencio, resentimiento, nostalgia, unión) sin embargo en todos ellos parece coincidir la idea de la supervivencia. Sobrevivir porque uno, porque Nico, ya no está. ¿Perder a un ser querido y seguir es una forma de sobrevivir?
Me parece que en esta familia no importan tanto las individualidades como el tejido colectivo de los afectos; de hecho uno de los conflictos centrales es precisamente el borramiento de cada individuo. Sobrevivir, entonces, es que el otro no caiga. Por eso, me preocupaban tanto las voces. El habla es el cuerpo del pensamiento. Y pensamiento y memoria es lo que son estos personajes. Una manera de decir es un acto político, un lugar en el mundo, una piel llena de marcas y cicatrices. En este sentido, la nouvelle también podría ser una reflexión sobre la voz.
Otro tema de esta trama es la memoria. “En la exageración se cocinaban las leyendas. En la exageración, el don de la memoria”, se lee. ¿Puede la memoria dar sosiego a las penas, parafraseando la cita de Sor Juana que mencionás?
A veces sosiego, a veces justicia, a veces redención. Como dice la poeta y teórica Ana Lara, cuando no hay registros o testimonios, contar lo “inenarrable” solo es posible abriendo los archivos de la imaginación o de la memoria imaginada. Es así como se han logrado contar muchas de las atrocidades de la esclavitud y del colonialismo, por ejemplo. Siempre he pensado que en literatura, digamos técnicamente, se va al pasado para envenenar el presente y mover la historia del personaje, torcerla, tensionarla, apalancarla, pero en ese juego lo que importa es ese presente. En “Solo vuelo en tu caída” hay algo más que eso. La memoria imaginada no es una anécdota, es el abismo elegido, el devenir, la única posibilidad de redención.
¿Puede la memoria funcionar como un caleidoscopio, una ficción familiar? En los intercambios de relatos sobre lo qué pasó aparece la dimensión plural, colectiva, de retazos y fragmentos de muchos…
Estoy de acuerdo con eso, la memoria es el espacio de la invención. Todo ejercicio de la memoria es un ejercicio creativo contra o a favor del olvido. La pregunta en esta historia era cómo contar la memoria de algo que no ocurrió o que fue enterrado en el silencio y “desencializar”, con ello, la noción unívoca de verdad porque la memoria admite siempre muchas versiones posibles. Por eso es tan importante el multiperspectivismo. Y es por eso, también, que la memoria es un espacio antidogmático y de profunda libertad.
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