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Portugal pierde a su artista más emblemática, Paula Rego, fallecida en Londres a los 87 años. La pintora, que formó parte del círculo creativo que rodeaba a Francis Bacon y a Lucian Freud, residía en Reino Unido desde que contrajo matrimonio con el también pintor Victor Willing, quien perdió la batalla contra la esclerosis múltiple 34 años atrás.
Toda una vida llevaba en la capital británica, cinco décadas, pues se marchó de Lisboa para escapar de la férrea dictadura de Salazar. Allí, en tierras inglesas, pudo desarrollar mejor su visión feminista y sus inconformistas modelos de representación, inusuales en una mujer que cultivaba la pintura. Siempre a contracorriente y sin tapujos, con series acerca del tráfico sexual de mujeres o la célebre sobre el aborto.
Precisamente, continúa vigente la exposición retrospectiva que le dedica el Museo Picasso de Málaga hasta el 21 de agosto, que es una prolongación adaptada de la que mostró la Tate Britain hace un año. Cumple, además, una década la Casa-Museo Paula Rego de Cascais, diseñada por el arquitecto Eduardo Souto de Moura.
El país vecino vive como una tragedia el adiós a una artista tan admirada en la cuna del fado y el presidente de la República, Marcelo Rebelo de Sousa, declara: « Es una gran pérdida nacional». Una veneración que pasa por encima de su estética incómoda, inquietante, anticomplaciente, retratada por su único hijo varón, el director de cine Nick Willing, en la pantalla y a través de sus palabras en un documental de culto.
ABC entrevistó a Rego hace un año, a instancias del joven treinteañero. Era justo cuando se inauguró la exposición en la Tate, una de las más completas que se, han organizado nunca en su honor. «Me encanta el museo de Cascais, me quedé atónita cuando comprobé lo maravilloso que es. Yo misma contribuí a la definición del espacio antes de que comenzase a ser construido. Cuando lo vi terminado, me quedé sin palabras porque, simplemente, es impresionante», dijo mientras reconocía que las huellas de su infancia en Portugal podían rastrearse en sus lienzos expresionistas.
Sus recuerdos de la Escuela de Londres, donde acompañó también a Kossof y a Kitaj, permanecían intactos, como si el pasado estuviera vivo. «Vic, mi marido, era amigo de Francis Bacon y todo el mundo conocía a Lucian Freud. Mi esposo llegó a escribir: ‘Lucian, bello como una navaja’. Vic trabajaba en un rincón de la casa de Bacon y le pagaba dándole lienzos antiguos porque no tenía dinero. Nunca olvidaré que Vic lo dejó todo para venir a Portugal por mí, solo llevaba encima un cepillo de dientes».
El aluvión de instantáneas del ayer inundaba su mente y las anécdotas se agolpaban: «Vi a Lucian [Freud] en la National Gallery cuando colgaron un cuadro mío llamado ‘El jardín de Crivelli’. Lucian dijo que es una obra maestra y eso me llenó de orgullo porque yo admiraba su trabajo». En los últimos tiempos, Paula Rego dio un giro a sus intereses estéticos y se encontraba enfrascada en un óleo sobre la Virgen María, según confesó esta devota de Goya, Ribera y Picasso.
«El Prado es el mejor museo del mundo, con todos esos pintores maravillosos que lo inundan», concluye. La comisaria de la exposición de Londres y de Málaga, la británica Elena Crippa, se sumó a las explicaciones y relató que la muestra «cubre 60 años de trabajo, comenzando por sus óleos de los años 50 y pasando por diversas etapas en su carrera». Cuadros, dibujos, tintas y acuarelas se dan la mano en esta retrospectiva que ha tomado el Museo Picasso. Y eso que hubo varios retrasos debido a las dificultades generadas por la pandemia del coronavirus. Por ejemplo, lograron todos los permisos de préstamo antes de que llegara el periodo de confinamiento… pero, afortunadamente, ahí continúa, en pie.
El resultado que puede contemplarse en la ciudad andaluza retrata la creación «cruda y de un vigor absoluto» de esta artista que Crippa no duda en calificar como «innovadora» a los ojos de la actualidad. Lo decía, sobre todo, después de rendirse a la expresividad desbordante que preside el Museo de Cascais. «Estuve allí y creo que es un edificio increíble en una localización increíble [la Avenida de la República]», rememora.
A su juicio, su legado debería ser más reconocido porque quizá no ha alcanzado la aureola de icono que merece. «Espero que esta exposición que permanece abierta en Málaga contribuya a darle el estatus que ha de tener. También estoy segura de que el reconocimiento hacia ella solo hará que aumentar en los próximos años», señala Elena Crippa, quien subraya la pasión por el dibujo que tiene la artista portuguesa. Ya tendrá que ser todo a título póstumo, con el binomio Cascais-Londres como eje principal, dado que ella nunca olvidó sus raíces lusitanas. Solo que Reino Unido le abrió las puertas de la libertad.
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