Algunas de las más icónicas imágenes de Eva Perón (1919-1952), retratada por fotógrafos como Annemarie Heinrich, Alberto Haylli, Pinélides Fusco conforman la exposición “Vocación y destino”, un homenaje a la dirigente política a 70 años de su muerte, que abrió en el Centro Cultural Kirchner junto a una breve muestra de cuatro pinturas de Daniel Santoro, de título “Nadie sino el pueblo me llama Evita”.
Ambas exposiciones forman parte de “Evita inmortal”, nombre del homenaje organizado por el Instituto Nacional de Investigaciones Históricas Eva Perón – Museo Evita y el Centro Cultural Kirchner, a 70 años de la partida de Eva Perón, a las que se suman una serie de actividades como música en vivo, performances, programas temáticos de radio, proyecciones y transmisión de sus discursos en el edificio de Sarmiento 151.
La sala expositiva alberga 26 fotos en total, distribuidas en las cuatro paredes, cada una destinada a un autor: las dos paredes en rosa, enfrentadas, para las imágenes de Evita actriz, las otras dos, en blanco, para la dirigente política, un compendio que -si bien no responde a un itinerario cronológico- dan cuenta de su transformación de una joven actriz a la figura política que marcaría el rumbo de la historia argentina del siglo XX.
“La muestra permite recorrer esas diferentes perspectivas de las imágenes de Evita, todos los significados que todavía tiene su imagen y los significados en disputa también. De ahí el título de la exposición, vocación y destino, un subtítulo de su libro La razón de mi vida. La vocación de ser actriz y el destino que la transformó en militante política”, explica a Télam Francisco Medail, coordinador de fotografía y archivo del CCK.
Fotos: Camila Godoy
Apenas ingresar a la muestra, un puñado de imágenes prestadas por el Museo Evita muestran a una jovencísima Eva, de 20 años, morocha, posando con un vestido estampado, el pelo recogido, de cuyo autor sólo se conserva el apellido (Martínez), y que fueron publicadas en la revista Estampa en enero de 1940, por lo que se intuye que las imágenes fueron tomadas en 1939.
Justo en el otro extremo de la sala expositiva, se pueden ver algunas de las más conocidas fotografías de Evita, tomadas por Annemarie Heinrich, la fotógrafa alemana que retrató a las estrellas de la era dorada del cine argentino. La mayoría de las fotos de su etapa como actriz son de 1940, como la que se la ve recostada en un diván de estampado a rayos, el cabello suelto, vestido hasta los tobillos, un gatito acomodado casi en el regazo.
En el centro de la pared, una de las más reconocidas, que es de 1946 y que la dirigente política encargó especialmente a Heinrich para regalar a su marido, entonces electo presidente. “El mejor retrato posible”, es lo que quería Evita, cuenta Medail. Anclada en el imaginario colectivo, la imagen la muestra con un gran rodete, apoya el mentón en su mano donde lleva un gran anillo, la mirada hacia el costado, la sonrisa apenas esbozada. Evita lucía entonces un vestido del reconocido diseñador de moda Paco Jamandreu. “Esta foto es como la transición. Hay algo incluso en el cabello que anticipa la Evita posterior”, añade el curador fotográfico.
“¿Cuántas Evas habitan en Eva Perón? Estos retratos dan cuenta de esa enorme multiplicidad. Desde su fallecimiento y con cada invocación, sus resignificaciones se multiplicaron exponencialmente estirando el significante Eva de acuerdo a las disputas de cada hora”, reza el texto de sala de la muestra.
En este itinerario visual, el recorrido sigue con las imágenes recientemente halladas del archivo de Alberto Haylli, de Junín, donde se ve a Evita íntima, retratada junto a la familia -su hermana Erminda, su madre Juana Ibarguren, su sobrino Justo Álvarez Rodríguez- se puede ver el fotograma completo de la sesión de fotos; mientras que en otra imagen -una gigantografía en la pared- da cuenta de su visita a la ciudad donde vivió varios años, ya como primera dama de la presidencia, como militante política. Las postales muestran a Evita en la estación de ferrocarril de Junín y en otros diferentes momentos entre 1944 y 1950.
Entre las más emblemáticas asociadas a Eva Duarte se cuenta por ejemplo aquella foto en donde ella ya enferma renuncia a su candidatura como vicepresidenta, abrazada a Perón en el balcón de la casa de Gobierno, tomada por Pinélides Fusco, uno de los fotógrafos que trabajó, entre 1948 y 1955, en el equipo de la Subsecretaría de Informaciones del Gobierno Nacional durante el gobierno de Perón y registró desde actos públicos, que se convirtieron en acontecimientos históricos, hasta la intimidad del entonces presidente y su esposa en la residencia de San Vicente.
Es el mismo autor de aquella imagen de Evita “montonera”, de pelo suelto, alegre, una imagen que no fue reconocida en su época, sino que fue recuperada y apropiada simbólicamente, mucho después, en los años 70 por la agrupación Montoneros, hoy totalmente reproducida.
“¿Hay una Eva verdadera? Todas las múltiples Evas habilitaron su sobrevida, su enorme potencia para seguir diciendo cosas nuevas en cada hora, incluso setenta años después de su muerte”, añade el texto de sala.
Se podrán ver también algunas imágenes de los funerales de Evita, pocas fotografías desconocidas, pero todas igual de potentes de María Eva Duarte de Perón, la abanderada de los humildes.
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En la sala contigua abrió sus puertas la exhibición de pinturas “Nadie sino el pueblo me llama Evita”, del artista Daniel Santoro, una breve muestra, de tan solo cuatro pinturas, del responsable de ilustrar numerosos libros, entre ellos El manual del Niño Peronista, Mundo Peronista, Evita para principiantes y El manual del niño neoliberal.
Reconocido por su producción plástica de estética peronista, Santoro ha dicho en entrevistas que la épica peronista y su capacidad de convertirse en nuestro gran relato histórico le resultan de una riqueza visual, poética y narrativa inigualable, a través de sus personajes, desde los más canallas, como López Rega, hasta los más sublimes, como Evita.
Para Santoro, “Eva, con su vida corta y heroica, alimenta una mitología inigualable en la iconografía a escala mundial”. La muestra en la Sala S122, permanecerá abiertas hasta el 25 de septiembre, al igual que la de fotografías, en la Sala S101 del Centro Cultural Kirchner (Sarmiento 151).
En el ex Palacio de Correos se puede visitar también el cuarto piso, donde funcionaron las primeras oficinas de Evita a mediados de 1946. Allí se realizarán a lo largo del día acciones performáticas, que se suman a la programación especial en homenaje a Evita que incluye la proyección de una serie de videos de Evita sobre la fachada de la calle Sarmiento. En el interior del edificio se podrán escuchar audios que forman parte de la memoria colectiva del país: sus palabras el 17 de octubre, su convocatoria a las mujeres a ser parte de la lucha, sus discursos ante las mujeres de la CGT y su definición de pueblo según la doctrina justicialista.
“No tenía entonces, ni tengo en estos momentos, más que una sola ambición. Una sola y gran ambición personal: que de mí se diga cuando se escriba este capítulo maravilloso que la historia seguramente dedicará a Perón, que hubo al lado de Perón una mujer que se dedicó a llevarle al presidente las esperanzas del pueblo, que Perón convertía en hermosas realidades y que a esta mujer el pueblo la llamaba cariñosamente Evita”, escribió la propia Eva Perón, hoy homenajeada a 70 años de su muerte.
En tanto, el Museo Evita presenta la muestra “Un museo para Evita. El sueño fue posible” en su sede de Lafinur 2988, que hace un recorrido por la historia del espacio y su aporte a la preservación de la vida y obra de Eva Perón.
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