En paralelo con el lanzamiento de “A orillas del mar” se acaba de publicar también en la Argentina la novela “Paraíso”, una de las obras más emblemáticas del tanzano Abdulrazak Gurnah, en la que el Premio Nobel de Literatura 2021 plantea un cruce entre obra de iniciación y narración épica a partir de una historia tan sencilla como cruda: acuciado por las deudas el padre de Yusuf, el niño protagonista, se lo cede como pago al mercader Aziz para que trabaje para él.
“Paraíso” (Editorial Salamandra) es una novela histórica publicada en 1994, que fue nominada al Booker Prize y al Premio Costa Book. Situada en un escenario potente y oscuro -el continente africano-, narra las experiencias de Yusuf junto al comerciante, a quien comienza llamando “tío” y termina tratando de “amo”, cuando su madurez y las explicaciones de un muchacho en igual condición que él le permiten comprender que entre ellos no hay relación de parentesco sino solo comercial. El niño participa de una caravana comercial por África central y las riberas del Congo el territorio africano y se enfrentará a múltiples peligros.
A través de su mirada infantil, el lector conoce al resto de los personajes y los escenarios que la caravana de Aziz recorre. El viaje y el paso del tiempo generan que el protagonista deje atrás la infancia y se convierta en un joven, un cambio que también se ve en la voz narrativa, que abandona la inocencia y se vuelve más escéptica.
“El tema de mis novelas es cómo sentirse extranjero. Esa sensación de sentirse desplazado no sólo en cuanto al espacio físico sino desde un punto de vista cultural. Ese es el verdadero tema de mi novela ‘Paraíso’. El protagonista tiene que desarrollarse en un medio no sólo hostil, sino que no reconoce sus valores ancestrales”
El relato de las penurias y los descubrimientos de Yusuf no está en primera persona pero tampoco es omnisciente. Se acerca más a un narrador equisciente, que transita la historia junto al protagonista y pone en palabras sus sentimientos y percepciones. Por eso la inocencia de esa mirada matiza el dramatismo de ciertas situaciones. “Si refunfuñaba pidiendo comida, su madre le decía que se comiese los gusanos. Cómete la carcoma. Anda, atibórrate tanto como quieras y cuando te apetezca. No seré yo quien te lo impida”, relata, como si la respuesta fuese parte de un juego entre madre e hijo y no el producto de una situación de pobreza extrema.
La novela apunta a la ironía desde el título mismo: “Paraíso”, para describir a un continente afectado por la violencia, el hambre, la injusticia, la opresión y la desmesura. Está situada en vísperas de la Primera Guerra Mundial y da cuenta de que la explotación y las relaciones desiguales existían en África aún antes de la llegada de los europeos que además se incrementaron con el colonialismo.
De esta manera, el autor que nació en Zanzíbar, una isla semiautónoma de Tanzania, pero llegó al Reino Unido en calidad de refugiado en la década del 60 -y que escribe en inglés a pesar de que el suajilil es su lengua natal-, transforma a su protagonista Yusuf en una metáfora del continente en el que él nació y vive su protagonista, a merced de lo que la crítica describió como el “patriarcalismo destructor”. “El protagonista es la víctima de los acontecimientos y mediante él se plantean preguntas acerca de hechos históricos como el colonialismo”, definió el autor cuando se publicó la novela.
“Se trata de una novela de muchas capas, violenta, hermosa y extraña”, la calificó la crítica Anita Mason en un texto escrito para el diario The Independent. En tanto cuando le otorgó a Gurnah el Premio Nobel de Literatura, la Academia Sueca resaltó precisamente “su indagación inflexible y compasiva de los efectos del colonialismo y el destino de los refugiados en el abismo entre culturas y continentes”.
Sin embargo, más allá de la denuncia sobre la opresión y el colonialismo, la profusión de imágenes sensoriales, convierten a la tierra en la que vive Yusuf, y la que atraviesa acompañando a Aziz, en un paraíso de sonidos, olores, colores y sabores. Por eso describe el sonido de los tambores, panderetas, cuernos y siwas que se oyen cuando el tren en el que viajan entra en los pueblos. Pero también relata: “El tío Aziz despedía un olor extraño y poco corriente, una mezcla de piel de animal y perfume, de resinas y especias, y otro olor más difícil de definir que a Yusuf le hacía pensar en el peligro”. También alude a los sabores de los platos que la madre del niño preparó para agasajar al comerciante: “Dos clases diferentes de curry, pollo y cordero desmenuzado. El mejor arroz Peshawar salpicado de pasas de Esmirna y almendras y resplandeciente a causa de la mantequilla clarificada de búfala. Un cesto resplandeciente de bollos aromáticos y esponjosos, mandazi o mahamri, espinacas en salsa de coco. Una fuente de judías”.
“Mis lectores son principalmente ingleses, norteamericanos y escandinavos y allí ‘Paraíso’ causó un verdadero impacto. Me imagino que tal aceptación tiene que ver con el atractivo que representa leer algo sobre países lejanos. Y más o menos exóticos”, argumentó Gurnah en una entrevista sobre la recepción que tuvieron esas descripciones de la tierra maravillosa en la que se desarrolla la novela.
En medio de esas descripciones poéticas y casi oníricas emerge un mundo signado por la esclavitud, la superstición, las guerras tribales y los enfrentamientos entre musulmanes, indios y europeos. Si hay algo que marca la historia de Yusuf es el conflicto que se da incluso entre habitantes del mismo pueblo: “Estamos rodeados de salvajes Washenzi que no tienen fe en Dios y que adoran a los espíritus y a los demonios que viven en árboles y rocas.Lo que más les gusta es raptar niños pequeños y utilizarlos a su antojo”, señala el padre para advertirle que no se junte con algunos niños de su pueblo por considerarlos de una condición inferior a la suya. “Durante siglos, en el este de África han convivido distintas culturas y en cierta forma trataban de negociar una estabilidad cultural hasta la llegada del colonialismo, que no tiene en cuenta la cultura, e ignoró todas las anteriores y trató de imponer sus intereses”, apuntó hace un tiempo el autor en una entrevista concedida en España.
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“Es un relato que se desarrolla en la madurez y aborda una triste historia de amor en la que diferentes mundos y sistemas de creencias colisionan”, también describió la Academia. “Solo quiero escribir con la mayor veracidad posible y tratar de decir ‘algo noble’”, argumentó, por su parte, el autor.
A pesar de que la historia sigue el crecimiento del protagonista, quien en el comienzo se cuestiona que los adultos duerman la siesta y en el final experimenta la atracción y el amor por una joven que sirve en la casa de los amos, para Gurnah no se trata realmente de una ‘novela de aprendizaje’, sino que el niño es el centro donde se plantean una serie de preguntas. “Por ejemplo, el asunto de la libertad, es decir, ¿se puede ser feliz sin ser libre?”.
“El tema de mis novelas es cómo sentirse extranjero. Esa sensación de sentirse desplazado no sólo en cuanto al espacio físico sino desde un punto de vista cultural. Ese es el verdadero tema de mi novela ‘Paraíso’. El protagonista tiene que desarrollarse en un medio no sólo hostil, sino que no reconoce sus valores ancestrales”, definió el autor.
“Mis lectores son principalmente ingleses, norteamericanos y escandinavos y allí ‘Paraíso’ causó un verdadero impacto. Me imagino que tal aceptación tiene que ver con el atractivo que representa leer algo sobre países lejanos. Y más o menos exóticos”
A partir de la observación del itinerario que realiza la caravana de Aziz de la que participa Yusuf , el crítico J. U. Jacobs, profesor de la Universidad KwaZulu-Natal, de Sudáfrica, asegura que en “Paraíso” el escritor realiza una relectura de la novela “El corazón de las tinieblas” de Joseph Conrad ya que proporciona una inversión narrativa y una revisión del texto, devolviendo conscientemente su mirada colonial desde una posición poscolonial. “En su transacción ficticia con ‘El corazón de las tinieblas’, Gurnah muestra en ‘Paraíso’ que la corrupción del comercio hacia el sometimiento y la esclavitud es anterior a la colonización europea, y que en el este de África la servidumbre y la esclavitud siempre han estado entretejidas en el tejido social”, argumenta Jacobs.
Gurnah es el quinto africano en recibir el Premio Nobel de Literatura, después de Wole Soyinka (Nigeria, en 1986), Naguib Mahfuz (Egipto, 1988), y los sudafricanos Nadine Gordimer (1991) y John Maxwell Coetzee (2003). Se jubiló recientemente como profesor de Literatura Inglesa y Postcolonial en la Universidad de Kent y vive en Brighton, en el sur de Inglaterra.
Junto a “Paraíso” se edita este mes en la Argentina “A orillas del mar”, que narra la travesía de un hombre que llega desde una isla del océano Índico a Gattwick, con una simple valija en la que no hay más que incienso. Sus últimas obras, “Gravel Heart” (2017) y “Afterlives” (2020), no fueron aún traducidas, pero recibieron el elogio de la crítica.
La entrada “Paraíso”, retrato de un continente violento y hermoso, en la mirada de un niño se publicó primero en Cultural Cava.