Un poema y todo su mundo cada 15 días: ¿Quién lo escribió? ¿Cuál es la historia detrás del poema? ¿Qué otras voces evoca?
La escritora (1950 – 2018) formó parte del taller “Mario Jorge De Lellis”, junto a Jorge Aulicino y Daniel Freidemberg, entre otros poetas. Además, colaboró en revistas como El Escarabajo de Oro y El Ornitorrinco, y dictó talleres literarios por más de treinta años.
Como maestra de poetas, solía preguntar: ¿Qué te conmueve? o, ¿Cuál es la verdad de este poema? En su poesía no hay nada artificioso, no hay pose, sino que se percibe la búsqueda por algo verdadero. Verdad provisoria, que siempre es “la mitad de la verdad”, tal el título de su obra reunida que tan bien describe su posición frente al mundo y la poesía.
El poema
Sirena
Ahora que todavía puedes, canta
tu delirio;
después, sirena encantada por marinos
atados a un poste,
después, sirena de voz dulce y
corazón tenebroso, incapaz
de sostener
no la nota sino la cordura
–elige el mar, no el barco–, después, elegir será
más tarde que inútil: tu canto, sirena,
te desviará a ti misma,
te perderás ahí en cubierta,
en la orilla o allá, en tu casa.
Aprovecha la garganta, ahora
que no tienes pies
en la tierra, marea y
ensordece el oído del humano
hasta que se canse,
hasta que te canses, y el
estruendo
sea como el de un barco que encalla
en el ojo de la tormenta, no en el sonido
cabal de la tormenta. O canta
esa suave y triste canción
que te sabes
de memoria, hasta que el agua misma
se confunda,
o aquella que habla de
cosas alegres,
cosas que duran, cosas
reales, imaginarias, y
tu voz suene tan real o imaginaria
que consterne. Hazlo ahora, sirena,
ahora que la prudencia,
como la noche, llama a víspera,
ahora que la luna, cantante muda,
no te ve ni te altera,
ahora, canta,
sin añorar la muerte y la vida.
Sobre el poema
Según Carolina Esses, curadora de + poesía:
Aquí Irene (muchas veces se suele nombrar a los poetas por su nombre, no por su apellido, quizás porque se genera cierta complicidad, quizás porque el lector siente que a través de sus versos, conoce algo de ellos) toma dos tópicos clásicos, el del canto de la sirena y el del carpe diem, ese “asir el momento”, “aprovechar el día” que recupera de los clásicos. Una idea la del carpe diem que es muy visitada en la poesía, sobre todo en el caso del romanticismo. Lo interesante es que trae ambos tópicos al presente, los reelabora y construye un poema de gran potencia, en el que el lector o la lectora se sienten, indefectiblemente, interpelados.
Habla del canto, de la necesidad de explorar y darle una oportunidad a la voz propia y de hacerlo ya, ahora porque no hay tiempo que perder. No olvidemos que el poema está en el libro Solo de contralto. Tiene como escenario el mar. Si te gusta el tema, podés leer “El rito”, uno de sus poemas más hermosos, del libro La dicha (2004) en el que repite: “dejen al mar hablar conmigo”. Irene amaba el mar.
Irene le habla a una mujer –sirena- pero también, por qué no, a una hipotética lectora, alguien capaz de identificarse con esa sirena. No olvidemos que la sirena, esa criatura mitológica es al mismo tiempo mujer y pez: es decir un ser anfibio que se mueve en dos mundos, que tiene la posibilidad de ser dos cosas a la vez. Eso es una posibilidad, pero también puede generar una contradicción. La mujer en la que piensa, entonces, no es alguien de fácil definición sino por el contrario, un ser híbrido capaz de transformarse y vivir en dos espacios a la vez. Es alguien de “voz dulce y corazón tenebroso”, incapaz de sostener “no la nota sino la cordura” a la que la poeta le recomienda el vaivén del mar, el ir y venir de la corriente: “elige el mar, no el barco”, le dice. Es decir, una mujer que tiene que vivir dentro de la contradicción que le toca en suerte, aceptar esos dos mundos o elegir: uno u otro. Por qué no pensar que estos escenarios también pueden ser el de la casa –tan presente en la poesía de Irene- y el del afuera, el de la literatura. En su último libro hay un poema memorable que dice: “Pero el arte,/ oh el arte, no es oficio/ sino servir un simple puré de papas, ni muy caliente/ ni tibio.” La oscilación entre lo íntimo y el arte, la posibilidad de hacer arte con la escena cotidiana es un tema que la interpela hasta en su último libro.
La poeta no tiene dudas, la sirena debe cantar ahora, en el presente del poema; sin importar que su voz incomode o sea inoportuna, sin importar que su canto guste o no, sin importar que en su génesis ese canto conlleve una contradicción. Un poema bellísimo, que nos interpela, nos invita a cantar o a preguntarnos por qué no lo hacemos.
Más
Nada más elocuente que “leer” a Irene en esta entrevista de Gustavo Yuste, una de las últimas que dio.
Hacé clic acá para leerla
Si te gusto la recomendación:
Si te gustó este poema te invito a recorrer toda la obra de Irene. También podés leer los poemas de Joaquín Gianuzzi, en los que vas a encontrar, también, escenas de la vida cotidiana que dan lugar, siempre a algo más. Se trata de un poeta que marcó un quiebre en la poesía argentina. Y otras poetas de la generación de Irene: Alicia Genovese, Mirta Rosenberg, Liliana García Carril y también, claro, Diana Bellessi. También podés indagar en las poetas norteamericanas que tanto influyeron en Irene como Denise Levertov.