3 diciembre, 2024
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«Quise contagiarme de Covid-19 y ahora soy voluntario para una vacuna», cuenta el judoca Gauto

Gauto fue campeón de los Juegos Parapanamericanos de Lima 2019.

El judoca argentino Eduardo Gauto, clasificado a los Juegos Paralímpicos de Tokio, es uno de los 30 mil voluntarios seleccionados por uno de los laboratorios más poderosos del planeta para vacunarse contra el coronavirus, la pandemia que lo puso en la situación límite de analizar un contagio premeditado para recuperar su vida anterior.

El campeón de los Juegos Parapanamericanos de Lima 2019 reveló a Télam su alto grado de «desesperación» durante la cuarentena que estableció el cese de actividades en todas las disciplinas y lo empujó a la idea de contagiarse de Covid-19, sin pensar en las graves consecuencias que le hubiera provocado.

Un consejo médico cambió su parecer, su rumbo y sirvió como vía de escape frente a aquella decisión extrema, dominada por el impulso.

Gauto, de 32 años, es ciego desde los cuatro años, está casado y tiene dos hijos: Huilén de diez y Tahiel, de siete años.

Logró las medallas de oro en la categoría de hasta 66 kilos en Lima 2019 y Montreal 2020. Es hincha de Boca, nació en Lanús y representa a la Federación Argentina para Ciegos (Fadec).

Desde 2016, amparado por una ley nacional al tener cinco años de aportes y 66% de discapacidad, se dedica al deporte aunque vivió momentos difíciles en 2017 cuando el Gobierno de Mauricio Macri decidió recortes presupuestarios.

Télam: ¿Cómo pasa la cuarentena?

Gauto: Un día me agarró el ataque de locura. Dio la casualidad que el novio de mi sobrina se había contagiado y decidí contagiarme. Pensaba tomar algo con él. Lo consulté con médicos allegados, pero en particular con mi cuñada que es terapista y kinesióloga en el Gandulfo de Lomas y ella me quería matar. Me dijo que vio gente que transitó absolutamente normal y hubo gente, mucha, que se murió. No hay garantía de nada de cómo te puede agarrar.

T: ¿Cuál era su idea?, ¿Por qué quería contraer la enfermedad?

G: Era la de tener la enfermedad y una vez superada volver a entrenar. Pensé que iba a generar anticuerpos y después podía entrenarme. Fue un momento desesperado. La última vez que pisé un tatami (la colchoneta de judo) fue el 13 de marzo. Ya no corro con la presión de clasificarme, pero me servía como medida para saber cómo iba a llegar a los Juegos. Era una decisión extrema, pero dados mis antecedentes de salud, tenía mucha confianza. Jamás fumé o tomé, nunca tomé medicación. El judo es un deporte de peso entonces estoy obligado a tener una dieta balanceada acorde a la categoría. Los niveles de hipertensión son perfectos.

T: ¿Qué lo hizo cambiar de parecer?

G: Mi cuñada me aconsejó anotarme para voluntario para Pfizer y BioNTech porque iban a probar una vacuna en la Argentina, de origen alemana. En ese momento no se hablaba de la vacuna de Oxford. Me puse a buscar por todos lados. Encontré la noticia y el link para suscribirse y ser voluntario. Hice una carta para difundir entre mis contactos con llegada al laboratorio, desde médicos hasta prensa, y a los dos días me llamaron. Di con los requisitos que eran ser sano, sin enfermedades de base y tener entre 18 y 85 años. Soy ciego total desde los cuatro años, me diagnosticaron desprendimiento de retina bilateral, pero a causa de un trauma. El 18 de agosto me aplicaron la primera dosis en el Hospital Militar. Una vez que firmas el consentimiento te hacen análisis de sangre y un hisopado, para una comparación posterior.

T: De los 30 mil voluntarios, ¿cuántos argentinos hay?

G: Son 4.500 argentinos. A una mitad le aplican placebo, una solución fisiológica, agua con sal. A la otra los anticuerpos, parte del código genético del virus, rodeado de lípidos, de grasa, con el objetivo que en el cuerpo se genere una proteína que envuelve al virus. Entonces, el cuerpo debería reaccionar y desarrollar los anticuerpos, para cuando el virus venga, rodeado de esa proteína, lo pueda repeler o combatirlo. No sé qué me tocó. Quedo sujeto a estudios durante los próximos dos años. Me monitorean permanentemente con una aplicación y tengo contacto con médicos de la organización.

T: ¿Cómo se siente ahora?

G: Estoy un poco más tranquilo. Entreno por videoconferencia, seis veces a la semana, con los profes de la selección, después lo hago dos veces por semana con la gente del Club Italiano y en forma particular con mi preparador físico. Mi pensamiento en principio fue egoísta. Quería que me vacunen para que solucionen una cuestión mía. Después, cuando te vas involucrando, te das cuenta que es algo importante participar de esto porque podes ser un ejemplo para la humanidad. Uno viene al mundo no solo a comer o dormir y mirar alguna serie de Netflix, está bueno desarrollar una actividad de esta magnitud.

T: El Gobierno autorizó la vuelta a los entrenamientos de los atletas olímpicos, ¿qué sucedió en su caso?

G: Si bien hay decretos y te habilita, requiere ajustarse a ciertos protocolos. No somos esenciales y por tanto no estamos autorizados a viajar en transporte público. Podría ir a entrenar, pero en auto. Podría ir al Cenard, subirme al tatami y hacer movimientos con algunos elementos, ejercicios de resistencia, pero no podría luchar porque no puede haber contacto. Era exponerse a algo que no es el deporte. Para moverme solo, lo hago en la terraza de mi casa.

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