Varias escuelas secundarias de la ciudad de Buenos Aires seguían tomadas esta mañana en reclamo de viandas de calidad nutricional, mejor infraestructura edilicia y en contra de las prácticas laborales en empresas, mientras que alumnos y alumnas del Colegio Nacional Buenos Aires y la Escuela Carlos Pellegrini se plegaron “en solidaridad” a la protesta.
Luego de que el gobierno de Horacio Rodríguez Larreta decidiera enviar a efectivos policiales a las casas de algunos de los estudiantes que participan de las tomas, las familias comenzaron a organizarse a través de diferentes organismos y abogados para responder a las advertencias de denuncias penales y contravencionales.
La noche del jueves, los estudiantes del Colegio Nacional de Buenos Aires, que depende de la Universidad de Buenos Aires (UBA), votaron pernoctar en el establecimiento como medida de “solidaridad”, luego de que desde el martes los del Carlos Pellegrini, el otro colegio universitario tradicional del distrito, decidieron la toma por el mismo motivo.
“Luego de multitudinarias asambleas, el Colegio Nacional de Buenos Aires se encuentra tomado por esta noche en apoyo y solidaridad de los colegios de la CABA, que sufren desidia y persecución política luego de las medidas votadas por los estudiantes”, manifestó Victoria Liascovich, presidenta del Centro de Estudiantes del Nacional Buenos Aires (CENBA).
Durante la jornada del jueves, la comunidad educativa de las escuelas Mariano Acosta y Federico García Lorca realizaron abrazos simbólicos a sus respectivos establecimientos.
Otros colegios que se fueron sumando a las tomas y protestas que se iniciaron el lunes son la Escuela Normal Superior Lenguas Vivas Sofía Esther Broquen de Spangenberg -conocida como “Lengüitas”-, la Escuela Superior Especializada en Cerámica N° 1, el colegio Mariano Moreno, la Escuela Superior de Educación Artística en Artes Visuales Rogelio Yrurtia, la Escuela de Música Juan Pedro Esnaola, la Rodolfo Walsh, la Nicolás Avellaneda, el Liceo 5 Pascual Guaglianone, y el Osvaldo Pugliese.
En respuesta a estas medida de protesta estudiantil, la ministra de Educación porteña, Soledad Acuña, dijo el jueves que el sistema educativo “tiene que marcar límites” y consideró que “ninguna situación en democracia justifica cerrar una escuela”.
La funcionaria agregó que la cartera que conduce está “aplicando el procedimiento” vigente, que implica “que las autoridades de la escuela tienen que tener no solamente control de lo que pasa a nivel patrimonial, sino también a nivel de la seguridad de los chicos y alertar a las familias”.
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