Radicado en San Pablo, Brasil, el artista urbano TEC intervino el espacio público de Buenos Aires a modo de continuidad e invitación para ingresar en ArtHaus -el novísimo espacio cultural multidisciplinario ubicado en lo que fuera una entidad bancaria- con una lagartija de 120 metros pintada en la calle que “representa el deseo de que a pesar de haber perdido tantas vidas y haber pasado por tanto sufrimiento, podemos regenerarnos como sociedad”, manifiesta el artista cordobés.
Si bien la pandemia por Covid-19 declarada en marzo de 2020 persiste y se acerca a los siete millones de fallecidos a nivel mundial, según datos de la OMS, los cierres de actividades presenciales que silenciaron ciudades como Buenos Aires impulsaron la refuncionalización de la city con variados proyectos, como el cultural.
Tal es el caso de ArtHaus que viene inaugurando con distintas actividades, desde el año pasado, su flamante edificio ubicado en Bartolomé Mitre 434, un proyecto cultural multidisciplinar, inscrito en el universo de las industrias creativas, del empresario y músico Andrés Buhar.
En esa búsqueda de renovar y generar “otros formatos” artísticos el sitio que fuera una sede bancaria responde a una nueva forma de habitar que cambia “el uso del microcentro a través del arte”, según Buhar.
En ese lugar, el silencio que se apodera al caer la tarde se cortará hoy a las 19, cuando TEC (Córdoba, 1975) inaugure la lagartija de 120 metros pintada de negro, rojo, azul, blanco y amarillo, que se desplaza sobre calles y veredas, zigzagueante, hasta llegar a la entrada del edificio.
“En Arthaus todo el tiempo estamos pensando en cómo ir al encuentro del público. Por eso somos un espacio donde no solo habrá artes visuales, teatro, cine y música sino también un restaurante y un bar en la terraza, dice el fundador del espacio, al explicar que ese objetivo “está en su ADN al proponer una nueva articulación entre arte, ocio y vida”.
¿Qué simboliza esta obra en el marco del proyecto cultural? “Esta enorme lagartija quiere ir al encuentro del público y por eso nos entusiasmó modificar el entorno, saliendo a la calle. Le propusimos a TEC hacerse cargo del proyecto porque es el primer artista urbano que empezó a pintar en el asfalto y fue él quien nos propuso pintar una lagartija”, explica.
“Nos pareció que esta imagen sintetiza de una forma muy lúdica la idea de resurrección del microcentro, y al mismo tiempo alertaba sobre el cambio climático, y en Buenos Aires las altas temperaturas del último tiempo hicieron que se produjera una invasión de estos reptiles”, aclara y agrega: “creemos que el arte es un potente agente transformador”.
“Hay muchos ejemplos en el mundo de cómo el arte puede modificar el espacio urbano: el Soho en Nueva York, Shoreditch en Londres, Wynwood en Miami, el barrio Brutus en Rotterdam”, recuerda Buhar quien se ilusiona con que “lo mismo ocurra en el microcentro porteño”.
El artista -cuyo nombre representa “una onomatopeya, un sonido seco en la jungla de cemento”- considera que la calle, la ciudad es su fuente de inspiración y allí explora esa ambigüedad entre lo público y privado del arte desde la intervención performática, instalaciones de sitio específico y el registro de una acción que llevan a incursionar en la mixtura de lenguajes visuales, aunque también pinta lienzos.
¿Qué experiencias te deja trabajar arte urbano y qué sucede cuando pasas a trabajar en las telas o instalaciones? “Entiendo el arte como una sociedad entre el que produce, el que lo recibe y el contexto, en el que cada plataforma tiene sus características. La calle, sin dudas, es mi preferida por lo instantáneo y porque de alguna manera, lleva al arte de forma sorpresiva al espectador”.
El artista explica a Télam que en las instalaciones le gusta exponer sus ideas “sobre historia, política y sobre conflictos sociales que me desvelan y me sensibilizan. Y en las telas uso múltiples capas, múltiples mensajes, como para que puedas ver la obra una o mil veces, y siempre encontrar algo nuevo”.
TEC comenzó su carrera como artista en su adolescencia “con las pintadas de aerosol, primero promocionando una banda de rock y luego, influenciado por un libro de trenes pintados en Nueva York, comencé a pintar letras y algunos personajes”. Sobre sus influencias, destaca la figura de artistas como Joan Miró y Basquiat en artes plásticas”, y “por su carácter independiente, Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota en el plano musical”.
Con trabajos en Brasil y Argentina, entre otros países, su obra urbana se instala en paredes, en el asfalto y en otras superficies que llevan su firma en formas estilizadas, desde esas que parecen remontar vuelo como las conocidas cometas con su sombra dispuestas como perspectiva pintadas sobre el piso, hasta pequeños animales -peces, sapos, víboras- en un estilo más cercano a los trazos infantiles, coloridos y de aparente sencillez.
Pero no solo estos trazos asientan su obra, también están los libros que incorpora desde 2016, porque “ellos son transformadores, mantienen viva nuestra memoria y dan alas a nuestra imaginación”. Estas obras lo llevaron a usarlos en las instalación de sitio específico y en el mural “Cuidar la Cabeza” en conmemoración al Cordobazo, en su ciudad natal.
En 2022 recibió el Konex de Arte en el Espacio Público, y entre sus obras más conocidas está el gran mural de “la ceguera” (2015) en Minhocão, San Pablo, y también tuvo su muestra Urban-Tec en el museo MAB-Faap de la ciudad paulista.
Además, participó en 2001, en el colectivo Fase en la UBA, “derivado de tener intereses en común y por entender el espacio público como un lugar de acción y reacción, un lugar interesante para la experimentación gráfica y comunicativa”.
-Télam: ¿Por qué usas la calle para realizar tu trabajo?
-TEC: Es una fuente de inspiración infinita, el público en la calle es más sincero, yo valoro mucho esa espontaneidad del transeúnte que me ve trabajando y se pone a charlar conmigo. Yo dejo mi trabajo en la calle para que lo disfruten gratuitamente, y a la vez me llevo mucha información para seguir produciendo. Con la calle he formado una sociedad muy equitativa, que no deja de apasionarme y de sorprenderme.
-¿Cómo deviene esa fuerte identificación con el universo poético infantil en tu obra?
– Mi incapacidad para dibujar figurativamente me llevó a buscar alternativas para poder dedicarme al arte, y a partir de ese problema, me acerqué mucho a los dibujos infantiles, a su síntesis, a su frescura y a su libertad expresiva.
– ¿Cómo es tu experiencia de educación en el arte para niños?
-Desde que pinto en la calle, siempre me llamó mucho la atención el interés por parte de los niños, y a partir de eso fui creando un proyecto educativo para fortalecer la autoestima a través del arte, usando el muralismo como herramienta. Trabajo hace más de 10 años con las escuelas públicas de San Pablo, dando clases donde los niños dibujan libremente y posteriormente transformo esos dibujos, multiplicando su escala, en grandes murales en las fachadas de las escuelas.
En vez de decirles que dibujan mal, yo no solo les digo que está muy bien, sino que, por si no me creen, transformo esos dibujos en murales gigantes, valorizando sus trabajos y creando una apropiación del espacio público en el contexto de las escuelas.
-En tu experiencia de vivir en Brasil ¿Hay un antes y después de Bolsonaro para crear?
-Si, la tragedia humanitaria y la liberación de las armas de fuego nos colocó a todos en un estado de resistencia, sea en el arte o en cualquier disciplina. Fue un momento muy difícil donde me vi obligado a reaccionar y a fortalecer el sentido del arte como medio de protesta.
-¿Cómo es tu experiencia actual con esta lagartija de 120 metros de colores, de dónde surge?
– Surge por el hecho de la regeneración corporal de esos reptiles, haciendo una analogía con la regeneración necesaria pospandemia.
Para mi representa el optimismo, un deseo de que a pesar de haber perdido tantas vidas y haber pasado por tanto sufrimiento, podemos regenerarnos como sociedad.
– ¿No hubiera sido factible tomar la imagen de una cometa o barrilete como la obra “Cometa cósmica” que realizaste en el Calle Libre de Viena en 2022?
– Los barriletes son una característica de los barrios suburbanos de las ciudades de Brasil, para mi tiene mucho sentido pintarlas allí, haberla pintado en Austria tuvo la intención de llevar un pedazo de la cultura brasileña al primer mundo, fue un guiño cómplice para mis amigos.
-¿Cuáles son tus próximos proyectos?
– Tengo muchas escuelas para pintar este año en Brasil y una invitación para pintar un mural en mi ciudad natal, Córdoba, con motivo de su aniversario número 450.
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