Tony Lyons ha venido a hablar de su libro. Y ni siquiera es suyo. El ‘enfant terrible’ del mundo editorial estadounidense publica cientos de libros cada año en el sello Skyhorse, un surtidor inagotable de títulos, y refugio de autores caídos en desgracia en un clima de corrección y estrechez de ideas sobre lo publicable. Pero Lyons, que recibe en el bar del club privado neoyorquino Soho House en el Meatpacking District, entre gente bien y sesión electrónica a todo volumen -«aquí es donde me suelo encontrar con posibles autores», dice-, aprovecha cada pregunta para hablar de uno solo: ‘El verdadero Anthony Fauci’, un libro que ha publicado el año pasado y que ataca toda la trayectoria de
la autoridad médica de EE.UU. en alergias y asesor del presidente Joe Biden para la pandemia y denuncia una corrupción sistemática entre los reguladores y la industria farmacéutica.
Su autor es Robert F. Kennedy Jr., hijo del que fuera fiscal general, senador y candidato a la presidencia de EE.UU. antes de sufrir la misma suerte que su hermano, el presidente John Fitzgerald Kennedy, y morir asesinado. Kennedy fue una figura pública por su activismo medioambiente desde los años ochenta, pero en los últimos quince años se ha desmarcado por su posición feroz contra las vacunas, a las que acusa de provocar autismo en niños. En medio de la polarización que vive EE.UU. y con la llegada de la pandemia y sus vacunas, todavía ha ganado más atención.
La inmensa mayoría de la comunidad científica ha desacreditado las teorías de Kennedy sobre las vacunas -el propio Fauci le ha calificado de «perturbado mental»- y el autor está excluido de los medios convencionales, que tratan la mayoría de sus afirmaciones como desinformación.
Lyons deja en evidencia durante la conversación que se alinea con las posturas de Kennedy. No niega que sus propias circunstancias personales -hay un caso de autismo en su familia- pueden haber contribuido a ello. Pero asegura que su defensa de Kennedy y de su libro es sobre todo para fomentar el «debate vigoroso entre ideas» que debe haber en una democracia.
Menciona una reciente tribuna en ‘The New York Times’ en la que el columnista ataca la práctica periodística de ofrecer «los dos lados» de una historia y defiende que los medios deben contar «la verdad». «No estoy de acuerdo con eso», dice recostado en un sofá, tocado con una chaqueta de cuero de motorista. «La verdad es producto de un flujo libre de ideas, la gente puede tener visiones diferentes de cuáles son los hechos». «La verdad ahora se ha convertido en lo que los poderosos dicen que es la verdad», insiste. «Yo no quiero ser parte de eso».
Lyons se ha aplicado su propio cuento y en Skyhorse ha publicado series de libros a favor y en contra de asuntos diferentes. Por ejemplo, sobre el uso de mascarillas en la pandemia. O sobre el ‘impeachment’ o procesamiento judicial en el Congreso del expresidente Donald Trump. No lo ha hecho, sin embargo, en el asunto de las vacunas, de teorías sobre autismo infantil -sobre ambos Skyhorse ha publicado numerosos libros- o con la obra contra Fauci. «Es innecesario en este caso porque la voz contraria es todo lo que se publica al respecto», se justifica.
Voces silenciadas
Entre libros cuestionables y autores dudosos, Lyons ha convertido a Skyhorse en un refugio para voces importantes que corrían el riesgo de ser silenciadas. Con la que ganó más celebridad fue Woody Allen. Su imprescindible autobiografía ‘A propósito de nada’, fue cancelada por Hachette y él la rescató para su publicación. Lo mismo ocurrió con la biografía sobre Philip Roth que escribió Blake Bailey, después de que este último fuera acusado de acoso sexual por varias mujeres. Acaba de ocurrir algo similar con Norman Mailer, desmarcado hoy de la corrección política: Lyons ha comprado una colección de escritos sobre la fragilidad de la democracia y la amenaza de la violencia política -muy oportunos, se cumple un año del asalto al Capitolio– que la editora de Mailer de toda la vida, Random House, rechazó.
«Como editor te tienes que centrar en el libro. La ley y las fuerzas de seguridad se tienen que ocupar de lo que haga la persona», defiende Lyons, que reconoce que hay límites sobre lo que se puede publicar. «Pero ahora mismo no se me ocurre ninguno», bromea. «La censura es un signo de debilidad, de miedo», dice. «Yo intento pintar la línea de lo no publicable lo más lejos posible».
Lyons reconoce que habrá libros que se arrepentirá de haber sacado a la luz. «Soy consciente de que el espacio que ocupo es precario», dice sobre su editorial, que fundó en 2006 después de haber trabajado en la industria durante años. «Sé que voy a cometer errores. Pero la gente debería esperar eso de los editores. Si no los cometes, no te vas a acercar a donde debes estar».
La precariedad no tiene que ver de forma necesaria con la cuenta de resultados. Hay hambre entre los lectores por llegar a voces diferentes, incluso las más desacreditadas como la de Kennedy. Su libro es el cuarto más vendido en Amazon en estos momentos. «Es un buen momento para ser un editor independiente, que no cree que en la cultura de la cancelación, al que no pueden presionar. No respondo ante nadie y no me pueden despedir».
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