Un tratamiento para el Covid 19 desarrollado en la Argentina está logrando que entre 50 y 70 por ciento de los pacientes asistidos eviten ser intubados en ventiladores mecánicos, el escalón de más riesgo para los contagiados de esta enfermedad. Es la conclusión a la que han llegado médicos de más de 150 centros de salud de todo el país que están utilizando los cascos Helmet de Ventilación no invasiva.
Ya hay 2.100 en funcionamiento, desde Jujuy a Tierra del Fuego. Son una escafandra en la que se introduce aire y oxígeno a presión, mejorando la respuesta a la neumonía asociada a esta enfermedad. El sistema, además, evita el contagio del personal sanitario.
Los cascos Helmet están cambiando de forma importante la manera en que se trata en el país a los pacientes de Covid que tienen mayor afectación respiratoria. A las personas que no respondían al tratamiento tradicional con mascarillas de oxígeno hasta hace poco tiempo se las derivaba a un respirador mecánico, uno de los elementos más escasos del sistema sanitario. Y que además tiene grandes riesgos para el propio paciente. Actualmente a esas personas se les puede ofrecer un escalón intermedio, que ha logrado subir los niveles de oxigenación y reducir las frecuencias respiratorias y cardíacas de manera rápida, estabilizando a los pacientes y sin riesgos.
En la actualidad hay 2.100 de estos cascos en uso en más de 150 centros de salud de todo el país. Fueron desarrollados por ingenieros de Ecleris, en colaboración con equipos médicos de distintos hospitales públicos. En junio pasado su uso fue aprobado por la máxima autoridad sanitaria, la ANMAT. Hoy hay sanatorios que usan esta tecnología desde La Quiaca, en Jujuy, hasta Río Grande, en Tierra de Fuego.
En la Capital Federal, los están utilizando en los hospitales Fernández, Italiano y Alemán, así como en los sanatorios De la Trinidad, Mater Dei y Finochietto, entre otros. También se los usa en distintos hospitales y sanatorios de Santa Fe, Entre Ríos, Córdoba, Catamarca, Corrientes, Tierra del Fuego, Santa Cruz y Chubut, entre otros distritos. En Santiago del Estero, fue un organismo de las Naciones Unidas, el PNUD, quien los adquirió para entregarlos al ministerio de Salud provincial.
En la provincia de Buenos Aires, cuentan con este sistema dos de los hospitales de referencia del distrito: el Néstor Kirchner, de Florencio Varela, y el Austral, de Pilar. También utilizan cascos Helmet distintos centros médicos de gran parte del conurbano, desde San Isidro a Ramos Mejía y Florencio Varela. Los hay en hospitales de la capital provincial, La Plata, y también en las ciudades de Bragado, 25 de mayo, Brandsen, Chascomús, Alberti, Pehuajó, Olavarria, Tandil y Coronel Suárez, entre otras.
Por otro lado, los gobiernos de las provincias de Mendoza, Río Negro, Chaco, Tucumán, Neuquén, Salta, La Rioja y Jujuy han incorporado los cascos Helmet en forma estructural a sus sistemas sanitarios, buscando reforzar de manera veloz y eficiente su capacidad de respuesta frente a la pandemia: el despliegue, instalación y capacitación de los casos se realiza de manera sencilla y rápida.
Los cascos son una escafandra en la que se introduce aire y oxígeno a presión, mejorando la respuesta a la neumonía asociada a esta enfermedad. El sistema, además, evita el contagio del personal sanitario.
En el Hospital Fernández, de la Ciudad de Buenos Aires, el primero en utilizar ese sistema, el 75% de los pacientes lograron ya evitar ser intubados gracias a la utilización de esta tecnología de ventilación no invasiva. En Jujuy, donde hay más de 300 cascos en operaciones, dos tercios de los pacientes tratados con los cascos evitaron ser intubados, según informó el gobierno provincial.
“Los cascos son similares a una escafandra, transparentes, y permiten inyectar el oxígeno con una presión superior, lo que genera un efecto benéfico en los alvéolos pulmonares, que en muchos casos colapsan por el efecto del Covid 19 -explica Marcos Ledesma, médico y director de la empresa que desarrolló el equipamiento-. Además, evitan la dispersión del virus a través del aire expirado por el paciente, ya que cuentan con un filtro viral y bacteriológico. Con otros sistemas de oxigenación esa dispersión existe, y es causa de muchos casos de enfermedad en médicos y enfermeros”.
El Hospital Fernández, de la Ciudad de Buenos Aires, participó con Ecleris desde el principio en el desarrollo de las terapias con cascos o helmets, por su nombre internacional. Guillermo Montiel es el jefe de la Unidad de Soporte Ventilatorio No Invasivo de ese centro médico. “La experiencia que hemos tenido con los cascos ha sido excelente”, dice. “El 75% de los pacientes pudieron irse a su casa con su familia y logramos gestionar mejor así las camas de terapia intensiva”.
La velocidad de despliegue del sistema es otra ventaja que destaca el doctor Montiel: “Para usarlo no se requiere años de entrenamiento, en una semana se puede ser un especialista, esa es la gran ventaja para los hospitales”.
Laura De la Rosa de Vidal es la Jefa de la Unidad Terapia Intensiva del Hospital Pablo Soria, en San Salvador de Jujuy. “Los cascos son un puente muy importante para poder evitar que el paciente llegue a la máquina, al respirador”, dice. “Pero hay otro aspecto muy importante, y es que en todo el país faltan médicos intensivistas, y con los cascos podemos capacitar al personal con rapidez.”
Rodrigo Fodor es coordinador de kinesiología del Sanatorio La Trinidad de Ramos Mejía y de la Clínica Juncal de Temperley, ambos también del Gran Buenos Aires. “Los cascos no sólo evitan el respirador, sino que además reducen al mínimo el riesgo de contagio al personal. Eso es un punto importante, porque el paciente queda aislado del ambiente, y se disminuye el riesgo para el personal. Eso no es para nada menor”, destaca.
La practicidad del uso es otro punto que destaca Fodor. “Los podemos enchufar en prácticamente cualquier lugar, porque en todos los sectores tenemos aire y oxígeno, que es lo que necesita el caso, Así, siempre están a mano, Además, tenemos la opción de conectarlo también al respirador, y dar así doble presión al paciente”.
Pablo Gómez también es kinesiólogo en la Clínica Juncal de Temperley y además en el sanatorio Las Lomas de San Isidro. “Usamos los cascos en los dos sanatorios -cuenta-. La presión positiva era algo que se conocía hace mucho tiempo, desde 1900, pero ahora con los cascos ganamos la seguridad de evitar la aerosolización, evitamos el riesgo para el personal sanitario, Es el método que más nos protege a nosotros”.
“Por más que apliquemos oxígeno a los pacientes, no siempre llega a los alvéolos del pulmón, La ventaja del helmet es que al ser una interface con presión, los alvéolos se abren, y así evitamos que en muchos casos los pacientes tengan que ir al respirador, donde luego tiene que estar 15 o 20 días, lo que compromete la disponibilidad de equipos”.