Madrid Actualizado: Guardar
Esta tarde ha salido a subasta en la sala Abalarte de Madrid ‘Retrato de caballero’, atribuido a Velázquez. Partía con una estimación de entre 2,5 y 3 millones de euros. Su precio de salida: 2,5 millones. Hubo dos coleccionistas interesados en el cuadro, que pujaron por teléfono. Su precio final: 4.270.000 euros, incluyendo las comisiones. El Ministerio de Cultura no ejerció su derecho de tanteo.
Se tenía constancia desde hace décadas de la existencia de este ‘Retrato de caballero’, que tiene pedigrí. Procede de la colección de los vizcondes de Roda, descendientes del conde de Adanero, que atesoró una fabulosa colección de arte. Sus propietarios quisieron sacarlo de España hace años, pero la Junta de Calificación, Valoración y Exportación de Bienes del Patrimonio Histórico español, dependiente del Ministerio de Cultura, lo declaró inexportable en 2004. En 2007 fue declarado Bien de Interés Cultural (BIC) por la Comunidad de Madrid, otorgándole así la máxima protección.
Óleo sobre lienzo, de 32 por 23,3 centímetros, está fechado hacia 1621-1623, unos años de transición del joven Velázquez entre Sevilla y Madrid. Aparece como obra de Escuela Flamenca en el inventario del marqués de Castroserna en 1905. Fue atribuido a Velázquez en 1924 por J. Peñuelas, y con esta autoría aparece ya en el inventario de la vizcondesa viuda de Roda en 1932. No hay noticia de que haya estado presente en ninguna exposición. Es esta, pues, la primera vez que aparece en público esta obra, que estuvo depositada en el Prado durante la Guerra Civil.
En 1986 Alfonso Pérez Sánchez, entonces director del museo (lo fue de 1983 a 1991), y Carmen Garrido, jefa del Gabinete de Documentación Técnica de la pinacoteca, fallecida en 2020, lo examinaron por vez primera. En 1999, Pérez Sánchez lo atribuyó a Velázquez. Así consta en el artículo ‘Novedades velazqueñas’, publicado en un número extraordinario de ‘Archivo Español de Arte’, dedicado al maestro y su tiempo. Escribe Pérez Sánchez sobre este cuadro: «De la atribución a Velázquez creo que no debe haber duda». Años después, en 2003, ratifica su opinión: «Creo sinceramente que es obra de Velázquez, hacia 1622-1623». Atribución que compartía Carmen Garrido, que estudió a fondo esta obra: radiografías, análisis de pigmentos… Apreció que los materiales del cuadro son de época y están empleados de la misma manera que lo hace el pintor. Su informe será publicado en breve por la Universidad de Lérida.
Explica a ABC Richard de Willermin, especialista en pintura antigua, que el óleo fue pintado sobre lienzo de tafetán, que utilizó Velázquez en otras composiciones de esa misma época, y que el lienzo está cortado por los cuatro lados. Se cree que se hizo cuando se reenteló, posiblemente en el siglo XIX, pero no es posible conocer sus medidas originales. También el reentelado debió provocar que la superficie del cuadro esté ligeramente aplastada por un exceso de calor.
Se trata, posiblemente, de un boceto para otra obra de mayor tamaño, algo que Velázquez hizo con algunos retratos reales. El caballero luce una gola muy llamativa, que no es propia de la época. Se cree que el artista concibió una gola distinta a la que luce en la actualidad. Se sabe que el encaje fue añadido posteriormente, quizá debido a un cambio del gusto en la moda. Pero Richard de Willermin no tiene ninguna duda y ve clara la mano del maestro en el rostro del retratado, muy elaborado, que aparece iluminado: la nariz aguileña, los ojos, la oreja, las mejillas… Hay un cierto desgaste de la pintura en el lateral izquierdo. La obra fue restaurada en fecha indeterminada: se retiraron antiguos repintes.
No se ha podido identificar el modelo del retrato. Sí parece que posó para Velázquez y que se trataría de alguien de rango social elevado. «Podría ser algún extranjero que se hallaba en la Corte», apunta De Willermin. Destaca la intensa mirada del retratado, que parece fulminarnos con ella. Guarda muchas semejanzas con otras obras de Velázquez: el ‘Retrato de Góngora’ (1622) del Museum of Fine Arts de Boston (comparten el mismo modelado y tratamiento de la luz) y el ‘Retrato de Felipe IV’ (1623) del Prado.
En los últimos años ha habido un aluvión de atribuciones velazqueñas, unas con mayor consenso que otras. Aparte del ‘Retrato de niña’ subastado en Abalarte en 2017 (fue vendido posteriormente por Caylus por más de 8 millones de euros), en 2010 se atribuyó a Velázquez ‘La educación de la Virgen’, de la Universidad de Yale (expertos como Jonathan Brown pusieron en duda su autoría). La revista ‘Ars Magazine’ ha publicado en estos años varias atribuciones velazqueñas, como la de Peter Cherry de un ‘Retrato de hombre’, adquirido en 2011 en subasta en Bonhams por 3,4 millones; el ‘Retrato de don Sebastián de Huerta’ o el ‘Retrato del caballero Marquand’, una de las tres obras de la colección del Metropolitan Museum de Nueva York atribuidas a Velázquez en diez años. Y en 2017 William Jordan donó al Prado un ‘Retrato de Felipe III’ del maestro.
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