Madrid Actualizado: Guardar
No hay nombres propios en este libro y sin embargo los protagonistas tienen una presencia arrebatadora. Porque el padre es Ingmar Bergman y la madre es Liv Ullmann, dos leyendas del cine. Él, uno de los directores más importantes; ella, una actriz única. «A la madre a menudo la llaman la musa del padre», escribe la hija de ambos, Linn Ullmann. «El padre no llama musa a la madre. Él era un hombre, ella una chica, él era mayor, ella era joven, él buscaba, ella fue descubierta, él la vio, ella fue vista. Por resumir. Él creaba, ella inspiraba. El padre tuvo nueve hijos, pero a ninguno de ellos, ni a los chicos ni a las chicas, los
llamó nunca musas».
La tercera protagonista de ‘Los inquietos’ (Gatopardo, 2021) es Linn Ullmann (Oslo, 1966), crítica literaria y escritora, hija de la pareja, autora de esta novela sobre una infancia vivida entre dos padres a los que incordiaba distrayéndoles de sus ocupaciones. Y es novela porque pese a la indudable carga autobiográfica de la obra, Ullmann hace un retrato sensitivo, casi onírico y por tanto imaginado, de una época a la que solo puede acercarse a través de los recuerdos, los suyos y los de su padre. El libro se sostiene sobre las grabaciones de varias charlas que padre e hija mantuvieron poco antes de la muerte de Bergman. Seis grabaciones en total, de dos horas cada una, en las que se aprecia el deterioro cognitivo que sufrió el cineasta y director teatral en los últimos compases de su vida.
Cuatro y medio
«Un día me reconocía. Al día siguiente no. Cada mañana yo esperaba que se encontrara en el primer estado y no en el segundo», escribe Ullmann. «Poco después vi que existía un tercer estado, más complejo que cualquiera de los otros dos. A menudo sabía quién era yo, pero dudaba de si lo que sabía era real». Ullman describe a un hombre débil, consumido, que «no pesaba más que un saco de manzanas» y que se veía «enredado en un sistema de sueños» del que no podía salir: «Ya no tengo sueños divertidos. Estos sueños no tienen nada que ver con la realidad».
La autora intercala estos diálogos, transcritos a retazos, en el relato de la historia, la de ella y sus padres. La relación comenzó durante el rodaje de una película que ambos hicieron juntos. Se enamoraron y pronto llegó la hija, «una hija espuria, bastarda. adulterina, ilegítima», la novena del cineasta. Bergman llevaba tras de sí cuatro matrimonios, y aún le quedaría un quinto. «A la madre no le gustaba ser la que estaba entre la número cuatro y la número cinco. ¿Qué era entonces? ¿El cuatro y medio?».
Dice la autora que Liv, estrella de la interpretación, no quería saber nada de las mujeres de Bergman, y que él, en esas conversaciones de última hora, admitió que una gran parte de su carrera consistió en que tenía «un colosal interés en las mujeres». En la novela habla también de sus viajes a Estados Unidos con su madre, de los novios de Liv Ullmann y de cómo descubrió ‘Madame Bovary’ un día que su madre leía la novela y le dio dos opciones: «¿Y si te vas a jugar un poco? También puedes buscar un libro y venir a la cama a leer. Pero tenemos que estar en silencio. No se puede leer si no estamos en silencio».
Con la delicadeza que exhibe en ‘Los inquietos’, Linn Ullmann ha terminado por consolidar un prestigio que empezó a cimentar a los 30 años, edad en la que publicó su primera novela. El germen de esta, la sexta que se publica en español, surgió cuando Bergman contaba 87 años. Sería un libro de entrevistas que trataría sobre hacerse mayor. «Envejecer es un trabajo duro, difícil y muy poco glamuroso, con jornadas muy largas», reflexiona el director de cine. «Por otro lado, creo que morir es como apagar una vela».
La tardanza en empezar las entrevistas y el declive de Bergman terminaron por alterar el proyecto. El resultado final, ciertamente, es la constatación de un fracaso: «No se puede saber mucho de la vida de los otros, especialmente de los propios padres».
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